viernes, enero 26, 2007

Pablo Molina, Cosas del calentamiento global

sabado 27 de enero de 2007
Temporal de frío y nieve
Cosas del calentamiento global
Pablo Molina

Al Gore, por ejemplo, ha contribuido a la causa haciendo una película sobre este asunto en la que paradójicamente no aparece Mónica Lewinsky, la becaria de su ex jefe, que en materia de calentamiento es toda una autoridad.

Los ecomarxistas llevan ya algunos años tronando sobre los peligros del calentamiento de la Tierra por culpa del capitalismo, y advirtiendo del fin de la humanidad en unas pocas décadas. La única solución para evitar este Apocalipsis, dejan entrever, sería entregar el poder a la izquierda, cuyos líderes saben muy bien cómo desactivar esta bomba de relojería puesta en marcha por el neoliberalismo salvaje. Al Gore, por ejemplo, ha contribuido a la causa haciendo una película sobre este asunto en la que paradójicamente no aparece Mónica Lewinsky, la becaria de su ex jefe, que en materia de calentamiento es toda una autoridad.
Estos días se está haciendo más patente que nunca en la península el peligro evidente de esa "realidad científica" que es el aumento de la temperatura del planeta. Hoy he salido de casa bien temprano y nada más darme el airecillo mañanero en el rostro me he dicho aterrado, "coño con el calentamiento terráqueo, ya está aquí". Lo que pasa es que es un calentamiento digamos negativo, para que nos confiemos antes de la lluvia de fuego y el desbordamiento de los mares predicho por los centinelas de la Diosa Gaia.
El científico que más sabe de climatología por estos pagos, demuestra con datos que nada, o casi nada, de lo que nos cuentan los medios de comunicación sobre el cambio climático tiene una base real. Por ejemplo, con estos días cálidos que hemos disfrutado en enero, la tropa de agoreros ha visto demostrada su tesis de que el planeta se calienta. Sin embargo, la realidad es justamente la contraria, pues lo cierto es que desde 1990 la temperatura media invernal no ha hecho otra cosa que disminuir. Entre 1965 y 1990, en cambio, sí que se apreció un cierto incremento de las temperaturas mínimas en Europa y Siberia, pero entonces la izquierda estaba ocupada en buscar la playa debajo de los adoquines, leer el libro rojo de Mao y hacer la revolución sexual, con lo que la tragedia climática le pasó desapercibida.
A los que con la edad nos vamos volviendo un poco frioleros, nos vendría muy bien que el planeta se calentara un poquito. También iría muy bien para disminuir las enfermedades respiratorias durante los inviernos y para aumentar las cosechas en los veranos, como ocurrió en la fase cálida ocurrida en Europa durante la Edad Media. Quizás también un par de grados más de temperatura contribuyera a paliar la glaciación mental de los que se empeñan en que volvamos a las cavernas, aunque esto último no es seguro; hay hielos que se fosilizan y ya no hay quien los cambie de estado físico.
Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana

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