jueves, enero 11, 2007

Kepa Aulestia, Ruptura

jueves 11 de enero de 2007
Ruptura
KEPA AULESTIA
La gestión del alto el fuego de ETA, tanto por parte de quienes lo declararon como por parte de quienes lo fomentaron en nombre del Gobierno, partía de un deseo común a los interlocutores: que la evolución de la banda terrorista y del conjunto de la izquierda abertzale contase con la unanimidad de sus gentes. La voluntad de preservar la cohesión, de evitar a toda costa una crisis interna o una escisión en ETA, obligaba a admitir que su proceso de decisiones hacia al abandono final de las armas fuese lento. En las primeras semanas de la tregua, cuando comenzó a evidenciarse que la izquierda abertzale no modificaba ni un ápice su discurso tradicional, la unanimidad de los extremistas aparecía como un bien que permitía restar importancia no ya a la lentitud de su avance hacia el desarme sino incluso a su práctica inmovilidad. Lo que siguió hasta el atentado de Barajas está suficientemente relatado. Pero nada más esclarecedor que el último comunicado de ETA. La unanimidad se convirtió, en el seno de ETA, en la coartada para la perpetuación del terrorismo. Dicho de otra manera, el miedo a quebrar la unidad interna o, más en concreto, a ser acusados de una eventual ruptura, impidió a aquellos que pudieran ser más proclives a mantener el alto el fuego de manera estricta a enfrentarse a quienes preferían que no se respetara del todo. Las decisiones de ETA son siempre una síntesis de las diversas inclinaciones que en cada momento coexisten en su seno. Aunque nunca habían realizado una síntesis tan imposible como la que reflejaba el comunicado de anteayer: declarar vigente el alto el fuego al tiempo que se reivindicaba un brutal atentado y mientras ETA se arrogaba la potestad de cometer nuevas atrocidades.No es ésta la primera vez que, de manera ostensible, la banda terrorista redacta un texto a varias manos. Lo que quizá sí sea novedoso es la dificultad práctica con la que ETA se encuentra para hacer compatible, siquiera ante su propia gente, tan aberrante combinación. Tanto que invita a cuestionar si la unanimidad podrá seguir manteniéndose en su seno a base del alambique verbal. Dicho de otro modo, invita a pensar que ETA no puede moverse de donde está si no es a través de una ruptura interna. Una ruptura que probablemente generaría efectos imprevisibles y enormemente amenazantes en el corto plazo. Pero que podría ser la única oportunidad de que del seno de la izquierda abertzale pudieran liberarse energías susceptibles de adecuarse a la sociedad democrática. De hecho, es posible que la unanimidad haya tocado a su fin en ETA, y que ahora se esté librando la sorda batalla sobre quién rompe y quién se hace el roto.k.aulestia@diario-elcorreo.com

No hay comentarios: