jueves, enero 11, 2007

Juan Urrutia, Tu eres del PP

jueves 11 de enero de 2007
Tú eres del PP
Juan Urrutia
B LANCO o negro, PP o PSOE, ensalada o chuleta con patatas... ¿por qué ha de ser así de matemática la vida? Se preguntarán a que viene esta sarta de pamplinas. Espero que se lo pregunten, tengo un artículo por escribir y no se me ocurre otra cosa. Verán ustedes, hace tiempo que se viene hablando del regreso de odios y rencores pasados: izquierdas y derechas, nacionales y republicanos, Moby Dick y el capitán Ahab... Varios periodistas, escritores, articulistas y otros animales de granja, advirtieron de lo absurdo de revivir el resquemor por lo que sucedió hace setenta años. Sin embargo, nuestro país parece haberse dividido en dos bandos, y muchas personas rechazan el hecho de que no pertenecer a uno no te convierte automáticamente en acólito del otro. Cada vez es más difícil mantener una conversación civilizada sobre política sin que te espeten como argumento indiscutible y desacreditador: “tú eres del PP”. Ser del Partido Popular es una opción respetable, como lo es ser del PSOE, y no inhabilita al individuo para opinar, aunque hay quien piensa lo contrario, pero cuando, como es mi caso, hace tiempo que no se siente emoción por rosas, gaviotas u otra flora y fauna política, corre el individuo el riesgo de perder cualquier debate al ser acusado del grave delito de simpatizar con uno de los dos partidos y, por tanto, incapaz de pensar por sí mismo. Pregúntense: ¿Son ustedes vegetarianos? Aquéllos que hayan respondido no, podrían ser injustamente acusados de alimentarse de carne cruda y aullar por las noches. Obviamente su alimentación se verá enriquecida por frutas, pescados, legumbres o caviar ruso. El no ser fitófago no es motivo para ser considerado un hamburguesófago estricto. En el terreno político fui, desde antes de que se me cerrase la barba y la deforestación hiciera presa de mi cráneo, votante del PSOE, pero como a mi entender la política y la religión no deben andar muy juntas, decidí guiarme por mis principios y no profesar fe ciega a ningún partido. Hoy día no puedo estar de acuerdo con la gestión socialista porque va contra mis preceptos particulares vivificar bandas terroristas. Por este motivo, en diversos ámbitos se me ha tachado de fascista, de no digerir la victoria socialista y otras cosillas. No me importan los ataques dirigidos contra mi persona, escribo públicamente, así que es lógico y positivo que haya quien disienta e incluso aborrezca mis opiniones. Viva la democracia que nos da esa libertad; pero me asusta el odio, la dificultad para rebatir argumentos con argumentos, la visceralidad de las expresiones usadas, la ausencia de tolerancia ante el discrepar del otro y la radicalización de la sociedad. Cegados por la ira muchos atacan con fiereza y sin motivos fundados, incluso a quienes han padecido de forma más terrible el ataque del terrorismo: las víctimas. Basta con que se opongan a la política del gobierno en esta materia para ser tachados de asociación politizada, cuando no se oponen a un partido sino a sus medidas. Cada vez nos odiamos más y eso nos divide, nos debilita ante nuestro verdadero enemigo que es el nacionalismo sectario que dio origen y mantiene a ETA, la misma banda terrorista que no da por roto el “alto el fuego” porque los muertos fueron “accidentales” y que entra ahora en la amenaza directa al asegurar que seguirá atentando si el gobierno no cede a su chantaje. Al tiempo que esto sucede nos preocupamos por tirarnos los trastos a la cabeza en lugar de unirnos contra el terror, pero lógicamente quienes deben dar ejemplo de cohesión son los partidos mayoritarios. Hubo un tiempo en que el Pacto Por Las Libertades Y Contra El Terrorismo, ya desgastado de tanto nombrarlo, surtió su efecto y demostró que no era imposible que una gaviota se posara en un rosal sin pincharse. Ambos firmantes tenían el mismo fin: acabar con ETA, aunque quienes se dedican a la política en el País Vasco saben bien que ése sólo sería un paso, grande sin duda, para alcanzar una verdadera PAZ.

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