domingo, enero 14, 2007

Francisco Perez Abellan, Los asesinos de niños

lunes 15 de enero de 2007
CRÓNICA NEGRA
Los asesinos de niños
Por Francisco Pérez Abellán
No hay criminales peores ni más crueles. En Francia, cada vez que se planteaba eliminar la guillotina, durante mucho tiempo se dijo: "Menos para los asesinos de niños". El estado de salud mental de una sociedad puede medirse por las agresiones que reciben los más pequeños.
En los años 30 y 40 del siglo XX las solteras embarazadas daban a luz a escondidas, en sus cuartos, retorciéndose como culebras. Muchas asfixiaban al bebé para evitar la vergüenza de ser madres solteras. Eran una legión de chachas y modistillas engañadas. La sorpresa se la llevaba la madre, o la hermana, cuando encontraba el cuerpecillo de un niño dentro de una caja de zapatos, debajo de las frazadas de ropa limpia.

Las llamaban "madres desnaturalizadas". Algunas odiaban a los hijos porque eran de hombres que las habían abandonado, o simplemente porque les cambiaban la vida. En este país, puritano y aislado del concierto internacional, ser una desnaturalizada suponía un estigma que empujaba a la miseria o la prostitución. Hoy, los niños golpeados, maltratados, torturados y asesinados salpican de sangre las páginas de los periódicos, lo cual revela una absoluta pérdida de respeto al ser humano y la ausencia de temor a la ley.

La detención de una pareja muy joven en Fuerteventura subraya esta vuelta al pasado de los padres que no cuidaban bien de sus hijos, o que incluso los eliminaban para que no les complicaran la vida. Parece absurdo que en un mundo liberado, donde tantas parejas que no pueden tener hijos estarían encantadas de hacerse cargo de pequeños mal atendidos, puedan producirse hechos tan tremebundos como la muerte violenta de una nena de seis meses con el cuerpo saturado de moratones.

Los detalles del caso que han trascendido señalan que la madre, de sólo 18 años, tiene otra niña mayor y trabajaba en una compañía de comida rápida. Su actual pareja, que no es el padre de sus hijas, de 20 años, permanecía en casa, al cuidado (es un decir) de las criaturas. La juez que se encarga del asunto ha decretado prisión sin fianza de los dos implicados porque considera que el bebé murió por acción u omisión de los responsables de su cuidado. De ello podría derivarse desde una condena por homicidio por negligencia hasta una por asesinato.

Son muchos los rumores que ha parido la indignación. Como la pequeña no existía para el Registro Civil, se especula si es que los ahora detenidos habrían planeado desprenderse de ella. Más allá de la voz de la calle, los datos de la investigación fijarán, por medio del mapa de los hematomas, heridas y señales, la geografía de lo sucedido. Lo grave es que chicos tan jóvenes sean tan irresponsables.

La pequeña había estado vomitando durante horas antes de que, finalmente, muriera, sin que nadie la llevara a un servicio de urgencias. Lloraba y se quejaba. Ha habido casos en que se ha herido y, finalmente, matado a niños porque suponen una molestia para los encargados de velar por ellos. Hasta que no conozcamos a fondo el el sumario no sabremos si es esto lo que ha sucedido en Fuerteventura.

Que una niña haya cumplido seis meses sin que fuera inscrita en el Registro Civil es una señal de alarma. Otra, que esto no haya hecho estremecerse al sistema de protección social. Las primeras indagaciones señalan que la joven era "muy buena madre", cosa que se suele afirmar sin conocimiento de las circunstancias. Ser una buena madre no es sólo alimentar correctamente a los hijos, sino preocuparse de su bienestar, en todos los sentidos.

Esta chica pasaba mucho tiempo fuera de casa, era la principal fuente de financiación de su hogar, donde convivía con una pareja nueva. Aunque fuera una buena madre y alentara excelentes sentimientos hacia sus retoños, el cansancio, la consunción de sus energías en la lucha diaria y la falta de estabilidad pueden haberle transformado el carácter, incluso disociarlo, lo cual le permitiría poner una cara hacia fuera y otra muy distinta dentro del hogar.

Lo importante es examinar por qué ha fallado todo el entramado social. ¿Qué ocurre en el entorno de una pareja que no cuida adecuadamente a sus retoños? No sabemos si es el caso, pero si alguien golpea a un bebé de seis meses, y ese alguien no es la madre, ésta tiene la obligación de descubrirlo. Por ejemplo, en el íntimo momento del baño.

Hoy, afortunadamente, una madre soltera tiene los mismos derechos que una casada, y un hijo de soltera recibe el respeto y los cuidados que la sociedad avanzada puede prodigarle.

La única explicación de que menudeen estos asesinos de niños es la complicidad. Aquellos que saben lo que está ocurriendo no lo cuentan o lo ocultan. Todavía peor, quienes debieran estar al tanto de lo que ocurre lo ignoran. Unos servicios sociales adecuados deben controlar si los niños reciben las atenciones debidas. La ausencia de inscripción en el Registro Civil es una mala señal, de descuido. Se trata de un hijo que legalmente no existe; y, como dice la leyenda negra, un punto a favor de quien quiera deshacerse de él. Exactamente igual, y mal comparado, que un perro sin chip de identificación. Si el cadáver se pierde, ya nadie responde.

El hábito hace que en las urgencias hospitalarias se descubra cada día un mayor número de maltratos a menores o bebés. Por medio hay una latente falta de temor al castigo. En unos extremos de la violencia doméstica se han cargado las tintas, quizá por oportunismo político; en otros, sin embargo, las labores de prevención son tímidas e inadecuadas.

Los jóvenes de esta sociedad deben estar imbuidos de un sólido aprecio por la vida y de un respeto a toda prueba por los seres que sufren, lo que incluye a las mascotas y, sobre todo, a los cachorros de la especie humana, tan tiernos y desprotegidos. Y tener grabado a fuego en la mente el dicho que dice que nadie que no respete su propia vida puede cuidar de la de los demás.

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