lunes, octubre 15, 2007

Alianzas presupuestarias

Alianzas presupuestarias
16.10.2007 -

La presentación de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales ofreció ayer una perspectiva elocuente de la legislatura que enfila su recta final. Partiendo de la investidura del presidente, y siguiendo por las votaciones a las Cuentas Públicas de 2005, 2006 y 2007, el actual proyecto presupuestario culmina un incesante baile de siglas en apoyo o rechazo de las intenciones del Ejecutivo. Rodríguez Zapatero no ha podido o no ha querido dotarse de una alianza firme que garantizara la continuidad sin sobresaltos a su Gobierno. Las fuerzas minoritarias de las Cortes, que excepto IU representan además intereses circunscritos a un ámbito territorial, siempre han buscado en este punto un gesto reivindicativo o una imagen de utilidad negociadora. Y, sin comprometerse con unas determinadas siglas, los socialistas han ido sorteando tanto la aprobación anual de las finanzas públicas como la tramitación de sus iniciativas legislativas. La libertad de movimientos con la que Zapatero quiso apuntalar desde un principio su exigua mayoría estaba destinada a incrementar la ventaja electoral con la que partía, dejando en evidencia las dificultades del PP para entenderse con los demás. Tal cálculo pretendía conducir a los socialistas a la mayoría absoluta en 2008, y los resultados de las elecciones generales de marzo darán cuenta de su eventual acierto o error.De momento, la tantas veces señalada 'soledad del PP' no habría logrado convertirse en un argumento definitivo a favor de los socialistas, quizá porque la versatilidad de éstos a la hora de contar con el apoyo de unos u otros grupos parlamentarios tampoco ha cuajado en una alianza estable. Mientras que la proclividad del presidente a mostrarse abierto al entendimiento con el demandante -fuesen los requerimientos razonables o no, y se vieran o no atendidos por el Gobierno- ha generado la censurable impresión de que las inversiones públicas obedecen más al oportunismo que a necesidades sociales y económicas. Además, la versatilidad del Ejecutivo a la hora de recabar apoyos tampoco ha estado exenta de contradicciones. La más palpable se produce justo en estos momentos, cuando el Gobierno no puede contar, en unos Presupuestos decisivos para su programa social, con el respaldo de las formaciones con las que su partido comparte poder en Cataluña -ERC e ICV- ni con la que pactó el Estatut -CiU-, mientras sí espera los votos de un PNV cuyo máximo representante institucional se empeña en desbordar los cauces constitucionales y estatutarios.

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