lunes, octubre 29, 2007

Ferrand, El abuelo de Rajoy

lunes 29 de octubre de 2007
El abuelo de Rajoy Manuel Martín Ferrand

¡Qué lástimaque yo no tenga un abuelo que ganara una batalla,retratado con una mano cruzadaen el pecho, y la otra mano en el puño de la espada!León Felipe
Todos tenemos abuelo. Cuatro abuelos si contamos con la debida precisión. Forman parte de nuestra memoria y en ellos, antes de nacer nosotros, ya se apuntaba algo, poco o mucho, de lo que hoy somos y sentimos. Cuando cualquiera de esos cuatro abuelos, especialmente si no hemos llegado a convivir con ellos, a escuchar su palabra y sus recuerdos, está implantado en nuestra realidad hasta el punto de determinarla, es cosa de andarse con cuidado. De hacerse ver por algún especialista.
Buena parte de los males políticos que hoy padecemos los españoles arrancan de la evocación mal digerida de un abuelo de José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno, un hombre capaz de sonreír constantemente y de no dudar jamás, ha construido una fantasmagoría de su abuelo republicano en la que se sustenta esa recobrada “memoria histórica” que reabre el drama y el dilema de las dos Españas. La legislatura que ya toca a su fin ha dado pocos frutos y ha deshecho mucho de lo que las anteriores, desde la Constitución del 78, habían edificado en el orden de la convivencia.
Es importante, si queremos aprender de la experiencia, examinar con atención los abuelos de quienes, empujados por nuestros votos, pueden llegar a presidir los gobiernos de España. De ahí que hoy me interese por el abuelo de Mariano Rajoy.
El líder del PP acaba de ser proclamado a la presidencia del Gobierno; es decir, número uno en la lista por Madrid para las próximas legislativas. Quiere oponer “el sentido común frente al talante” y, solo por eso, ya merece un voto de confianza. ¡Ya está bien de sonrisas y palabras huecas en sustitución de las ideas y hasta de los hechos que en cada momento reclama el bienestar de la Nación y la conveniencia del Estado!
¿Será de fiar el abuelo de Rajoy?
En el XVIII ya hubo un Rajoy —Bartolomé Rajoy y Losada— de probada capacidad y mérito notable. Ha pasado a la Historia porque, después de unos años de ejercer como abogado en La Coruña, hizo los votos correspondientes y llegó a arzobispo de Compostela. No parece probable que nuestro Mariano Rajoy descienda de un hombre del Señor acreditado, según asegura su biógrafo Luis Maíz Eleicegui, por su “gigantesca figura moral”.
El abuelo de Rajoy que podría llegar a preocuparnos, en el caso de que pudiera reproducirse en él un “síndrome hereditario de los Zapatero”, es Enrique Rajoy y Leloup (Santiago, 1882-1966). Es de fiar. Es más: ojalá sus genes sean dominantes en la figura y determinantes en la conducta de su nieto Mariano.
Enrique Rajoy, además de notable jurista y brillante abogado, fue —sin adscripción partidista alguna— uno de los promotores, junto con Alexandre Bóveda, del primer proceso estatutario que conoció Galicia, el que condujo al Estatuto que fue aprobado en el Congreso unos pocos días antes del inicio de la Guerra Civil. Era un austero y eficaz conservador capaz de luchar por la democracia y, en su caso, por el galleguismo. Como la Guerra Civil no la ganó la derecha, como suele afirmarse, sino el totalitarismo franquista, Enrique Rajoy sufrió la “depuración” del Régimen. Perdió su cátedra y fue expulsado del Colegio de Abogados de Compostela.
Aparte de reconocerle al nieto la discreta elegancia de no haber sacado en procesión la memoria plenamente democrática y los valores galleguistas de su abuelo —algo que, sin duda, le produciría réditos electorales— podemos tranquilizarnos. Verdaderamente el abuelo de Mariano Rajoy es de fiar. Eso nos despeja una incógnita a la hora de sentar criterio para ir a votar dentro de cinco meses. La candidatura presidencial que el PP acaba de proclamar en Valencia elimina un “riesgo histórico” con respecto al actual presidente del Gobierno (del Reino) de España.

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=29/10/2007&name=ferrand

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