martes 30 de octubre de 2007
Argentina, populismo y materias primas José Javaloyes
Algo está cambiando en el fondo de la política iberoamericana, pero el cambio no trae causa principal de la política misma sino del concurso de factores económicos derivados de la propia globalización, que es lo que ha traído los revolucionarios precios de las materias primas. Petróleo y trigo son en este marco americano los soportes de dos concretas euforias.
El petróleo empuja y dispara el cambio hacia el pasado del izquierdismo revolucionario en el hemisferio iberoamericano. El trigo ha permitido la corrida en pelo que el peronismo de los Kirchner ha dado a los otros concurrentes en las elecciones presidenciales.
Ya resulta tópico hablar de la chequera de Hugo Chávez, nunca tan preñada de dólares como en la actualidad, aunque sean dólares adelgazados más y más en su relación con el euro. Pero se trata con la actual Venezuela de un hecho consolidado y de consecuencias expansivas. Financiador y alentador Hugo Chávez de los cambios izquierdistas en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, ha sido también auspiciador de la ruptura con el Fondo Monetario Internacional de la Argentina de los Kirchner, pues los créditos de Caracas llegaban sin los apremios y demás rigores contables de Washington.
Pero la ayuda petrolera no sólo ha contribuido de forma directa a la holgura del poder que se acaba de revalidar en Buenos Aires, también por vía de los precios tan elevados del barril de petróleo se ha encarecido el precio del trigo, llamado a desempeñar un papel destacado en el concierto de los biocombustibles.
Así, con la elevación de los precios de este cereal, la potencia productora y exportadora de Argentina se ha traducido en espléndidas tasas de crecimiento, impensables cuando el presidente saliente y marido de la presidenta entrante accedió a la Casa Rosada. De esta manera, la conyugal relación entre la Cristina Fernández vencedora y el Ernesto Kirchner relevado aporta unas inéditas condiciones de continuidad en el Gobierno de la República Argentina, más funcionales de lo que pudieron ser las otras diarquías matrimoniales de Juan Domingo Perón con Evita y con Isabelita.
La flamante presidenta ya ha ratificado objetivos y sensibilidades tras la confirmación oficial de su abrumadora victoria. Y lo ha hecho con un discurso donde se percibía más que como eco de fondo el propio discurso de Evita, aunque con añadida resonancia montonera. Lo cual tiene su importancia porque engrana el peronismo actual con el populismo izquierdista que llega rodando desde Venezuela, con el barril de petróleo y la entera regionalización de un reeditado izquierdismo que tiene en La Habana el referente originario y primordial.
Con la euforia de unas materias primas por las nubes, caben y parecen posibles todos los sueños, incluidos especialmente los de la heterodoxia económica y los del desafío político a Estados Unidos. Pero la coyuntura económica ideal no suele eternizarse ni poco ni mucho. Por propia definición, desde los sueños bíblicos de José, resulta cíclica, es pasajera.
Lo mejor que podría sucederle a Argentina es que la elegida presidenta, olvidándose de su juventud montonera, resultara una espléndida ama de casa y gobernase con rigor las sobrevenidas riquezas. Para el día que lleguen las vacas flacas, con trigo y petróleo abaratados, éstas no lo sean demasiado.
jose@javaloyes.net
http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=30/10/2007&name=javaloyes
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