lunes 29 de octubre de 2007
González, Gabilondo y los GAL
Si ustedes tuvieron la paciencia de ver en La Cuatro de TV la entrevista obsequiosa y sumisa de Iñaki Gabilondo a Felipe González, con motivo del 25 aniversario de su llegada al poder, habrían podido comprobar cómo los muertos que están mal enterrados se aparecen una y otra vez a su matador, como le pasaba a don Juan Tenorio en el panteón. La entrevista quería dar a González eso que se llama brillo de estadista, y por tanto, nada de crear el menor problema, recordándole los fantasmas de su pasado, los motivos por los que perdió el poder y la responsabilidad, política o penal, que aún está por depurar, y por la que otros compañeros suyos de Gobierno pagaron su parte correspondiente y la de González también.
Por eso, cuando Gabilondo le preguntó sobre los problemas a los que tuvo que enfrentarse nada más llegar a la presidencia del Gobierno, González comenzó a decir que había, en aquel tiempo, que frenar “los intentos de GAL…, de golpe de Estado”. Se le alteró el rostro y siguió como si nada hubiera ocurrido, y Gabilondo, chitón. Y lo que es peor, La Cuatro quitó de su web la parte de la entrevista donde aparece el lapsus de los GAL, que ha de perseguir a González toda la vida, mañana, tarde y noche, que le puso el pelo blanco años atrás, y que machó con sangre su paso por el poder.
Los GAL se colaron, por arte de magia, en la entrevista amable de sus bodas de plata como vencedor electoral en 1982. La llegada de los socialistas al poder. Después de cuarenta años de dictadura, y siete de Suárez y de UCD. Muy mala persona hay que ser para no soñar con los GAL después de todo lo pasado y lo que han pasado sus compañeros que, en silencio, pagaron por él. Por eso fue González a las puertas de la cárcel de Guadalajara el día que Vera y Barrionuevo entraron en prisión —a otros que confesaron no los acompañó—, y sabe que cualquiera de ellos el día menos pensado podría hablar y señalarlo como el verdadero “mister X”, y responsable de los GAL. El hombre al que su club del Tribunal Supremo, Jiménez, Bacigalupo, etc., no quiso imputar, ni siquiera interrogar, para no estigmatizarlo (sic).
Pero estigmatizado está, y los GAL se le escapan de la boca en el aniversario de su triunfo electoral, de aquellas elecciones en las que tanto se esperó de él y que él mismo dilapidó, montando un régimen personal, autocrático y corrupto de poder, negándose a completar la labor de la Transición camino de una democracia que, al inicio de ese periodo, no se pudo imponer por la fuerza del franquismo saliente con el que negociaron los entonces débiles e incipientes partidos democráticos. González renunció a la democracia, dajó abandonó a Willy Brandt y se pasó a Carlos Andrés, se montó en su pequeño trono de emperador de cartón, y la ceguera y la impunidad del gran poder lo llevó a los GAL, el autoritarismo y la corrupción. Y por eso no puede dar ahora clases de responsabilidad política a Zapatero, de estadista a novato en el disfrute del poder. Solamente se atreve a decir eso de la cohesión frente a la centrifugación del Estado, pero sin señalar demasiado, no vaya a ser que alguien desde el nuevo PSOE le recuerde lo de los GAL.
González disimula e intenta subirse al pedestal de la Historia que le brindó Gabilondo, pero los GAL lo hicieron resbalar. Y mientras esto ocurría Guerra hacía bromas con el primo de Rajoy, olvidándose de que él tiene un hermano cuya famosa corrupción abrió la caja de Pandora de los escándalos del PSOE y el final de su paso por el poder. Es verdad que el felipismo no sólo fue los GAL y la corrupción y que otras muchas cosas, como la entrada en Europa —no la de la OTAN, que sólo nos trajo guerras y problemas— y la modernización del país, se hicieron bien. Pero, sobre todo, González perdió la oportunidad de avanzar hacia la democracia, y eso ha sido lo peor de su legado, y lo que Zapatero con frivolidad no ha dejado de empeorar.
http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=29/10/2007&name=marcello
lunes, octubre 29, 2007
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