martes 30 de octubre de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
El reto de la diversificación
Quizá el estamento universitario sea más renuente a los cambios de lo que su condición de masa crítica hace suponer.
A principios de 2006, EL CORREO GALLEGO celebró un debate a propósito de la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, en el que participaron representantes de la administración educativa autonómica y de las universidades gallegas. En el transcurso del mismo salió a relucir el temor del profesorado a que la reforma de las titulaciones supusiese el fin de algunas carreras y con ello de algunos departamentos.
Pues bien, veinte meses después de aquel interesante debate, las dudas e incertidumbres parecen ser las mismas, según se desprende de las declaraciones efectuadas por decanos y profesores del sistema universitario gallego. Cuando resulta que una nutrida representación de las facultades y escuelas técnicas ha colaborado en la elaboración de una estrategia conjunta para adaptarse, de la manera más racional e inteligente posible, al mapa educativo comunitario.
El viejo asunto de las titulaciones y su distribución entre las tres universidades gallegas sigue generando fricciones domésticas, a las que tan poco son ajenas los resabios corporativistas. Es verdad que vincular la existencia de algunas titulaciones a la simple demanda pondría en entredicho la concepción de la enseñanza superior como algo más que la mera enseñanza utilitaria. El conocimiento en sí mismo es también una de las razones del ser de la universidad. Sin olvidar eso, es obligado también introducir racionalidad en la gestión de esas carreras, que desde una perspectiva utilitarista no forman parte de una educación instrumental, pues esa será la mejor manera de mantenerlas.
Dicho lo anterior, tampoco conviene obviar la realidad de que, cada vez más, la universidad es una fábrica para formar gente capaz de desempeñar múltiples profesiones, cuya demanda depende en gran medida del sistema productivo. Lo cual es asumir que las mutaciones tecnológicas y económicas generan cambios en las estructuras ocupacionales. Siendo una de sus principales consecuencias la aparición de nuevas necesidades de formación.
En el contexto español, uno de las rasgos del sistema educativo ha sido el de una dotación deficitaria en tecnólogos, provocada por factores institucionales. Pese a los vaivenes financieros y los problemas derivados del aumento del precio del petróleo, ya pocos dudan de que la nueva economía no es ya cosa de broma, y requiere diseñar y aplicar estrategias educativas que permitan disponer, en la cantidad adecuada, de recursos humanos con elevada capacitación en dos cuestiones vitales para el modelo: la innovación y la tecnología. Y cuando se habla de innovación y de tecnología no hay que pensar sólo en sofisticados productos posindustriales, sino en algo tan decisivo para el desarrollo humano como es la medicina.
Dentro del contexto español, en lo que corresponde a Galicia, la nueva ordenación de las enseñanzas universitarias ha de tener muy en cuenta varios retos: el de la calidad, el de una buena diversificación, el de la adaptación de las enseñanzas a las necesidades sociales y productivas tanto del país como de la Unión Europea y el del flujo de recursos humanos egresado por el sistema universitario gallego.
http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=685&idNoticiaOpinion=226346
martes, octubre 30, 2007
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