domingo, octubre 28, 2007

Reconocimiento de justicia

Reconocimiento de justicia
29.10.2007 -

La Iglesia católica beatificó ayer en Roma a 498 personas asesinadas durante la Guerra Civil española por confesarse cristianas y negarse a renegar de su fe. Todas ellas han sido consideradas 'mártires', al haber antepuesto el testimonio de su fe en Dios a su integridad física, y merecedoras de un reconocimiento, en el que se unieron todos los católicos del mundo, por haber dado muestras de perdón hacia sus verdugos. La solemnidad del acontecimiento resarció a los creyentes por uno de los episodios más crueles de persecución religiosa que se han dado en la Historia. Pero de la misma manera que la celebración, aun respondiendo a procedimientos propios de la Iglesia católica, sirvió para advertir a la sociedad entera sobre los abominables excesos a los que puede llegar el sectarismo, la beatificación de los mártires católicos permite rememorar la extrema injusticia de una Guerra Civil en la que miles y miles de personas, creyentes y no creyentes, fueron asesinadas o represaliadas de por vida por sus ideas, su profesión o, simplemente, a causa de la inquina delatora de un vecino. El reconocimiento religioso del martirio de las 498 personas beatificadas se convierte en un acto de justicia plena en la misma medida en que se extienda el recuerdo a todas cuantas, hace siete décadas, se convirtieron en víctimas mortales de la persecución fratricida.El pasado mes de abril, al término de su asamblea plenaria, la Conferencia Episcopal hizo público un mensaje en relación a las beatificaciones en el que señalaba que «el martirio es el signo más auténtico de la Iglesia de Jesucristo», mostrando su deseo de que el acontecimiento de ayer se convirtiera en «un nuevo estímulo para la renovación de la vida cristiana». Afortunadamente, la España constitucional consagra y garantiza la convivencia en el pluralismo y la expresión pública de las convicciones de cada cual en condiciones muy alejadas de una vivencia dramática de la propia fe. Algo que ha de celebrarse por encima del recuerdo debido a quienes tanto y tan injustamente padecieron. Los obispos españoles, en sus manifestaciones públicas y en sus cartas pastorales, realizaron un especial esfuerzo por despojar la celebración de Roma de toda connotación política, subrayando que la iniciativa no surgía «del resentimiento sino de la reconciliación». Ello, junto a la representación oficial del Gobierno, a través del ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, ha propiciado que la ceremonia sea percibida como un acto de reconocimiento del que pueden ser partícipes todos los españoles; como un gesto que ensalza la entereza moral de unas víctimas del fanatismo 'guerracivilista', y que como tal ha de pasar a formar parte de la memoria compartida.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20071029/opinion/-20071029.html

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