lunes 29 de octubre de 2007
Rachel Carson
MONICA FERNANDEZ-ACEYTUNO
Ahora que el Gobierno francés ha dicho que va a reducir a la mitad los pesticidas, me he acordado de Rachel Carson. Tuvo que ser una mujer muy observadora esta bióloga marina que se fijaba en los colores que dejaba la marea en las rocas de los acantilados, para después volcarse de lleno en la solución de una causa a la que en principio, objetivamente, nadie podría oponerse: la lucha contra el empleo del DDT.
Esto se plasmó en su obra «Primavera Silenciosa», publicada en 1962 y en la que recolectan los datos científicos que corroboran las nefastas consecuencias del uso de los pesticidas para la vida silvestre y, en concreto, para la cáscara de los huevos de las aves, y de ahí el título de su libro. Tal vez fue Rachel Carson la primera persona que cristalizó en ella una de las primeras causas ecológicas, la cual ganó, al prohibirse el uso del DDT primero en Estados Unidos, y luego en el resto del mundo. Y el mundo... ¿fue entonces mejor?
Cien años después del nacimiento de Rachel Carson no estamos seguros, pues la eliminación del DDT favoreció el florecimiento de las poblaciones de mosquitos que transmiten la malaria en los países más pobres, y en los más ricos se vierten hoy a la tierra más toneladas de pesticidas que nunca.
Así que hoy pongo un ramo de amapolas y milenramas en la tumba de Rachel Carson, como si fuera primavera, mientras se vuelve a pensar en el DDT para salvar la vida de los niños más desfavorecidos.
En ecología, al estar todo entrelazado, no hay soluciones puras, y el más clarividente no es el más tajante, sino el que se pregunta: ¿qué consecuencias traerá la solución que nos proponemos?
http://www.abc.es/20071029/opinion-firmas/rachel-carson_200710290245.html
lunes, octubre 29, 2007
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