Florencio Dominguez, Transversales

Transversales (Florencio Domíngez)
30.10.2007 -

Las últimas declaraciones del presidente del PNV, Josu Jon Imaz, marcan de nuevo diferencias con el discurso del lehendakari. Imaz abogó el domingo por involucrar a su partido en la deslegitimación activa de la ideología y la política de ETA y Batasuna, en marcar distancias entre el nacionalismo democrático y el nacionalismo terrorista, consciente de que los medios violentos empleados pervierten los fines invocados y que estos fines no pueden ser los mismos que los del PNV. El lehendakari, sin embargo, ha optado por arrebatar las banderas a ETA mediante el procedimiento de defender lo mismo -o parecido- sin violencia para demostrar a la banda y a los suyos que los mismos fines se pueden conseguir sin emplear el terrorismo.No es consciente el lehendakari de que ETA se atribuye el mérito de haber cambiado la posición política del PNV y que ello le reafirma en su estrategia terrorista, porque cree que ha sido un éxito histórico haber arrastrado al partido jeltzale del autonomismo hacia el soberanismo.La otra gran diferencia que hay entre el discurso habitual de Imaz y el del nacionalismo alineado con las tesis del lehendakari es el valor conferido a la pluralidad social y política de Euskadi. Imaz entiende la diferencia como un reto que obliga a pactos, a renuncias mutuas para establecer un marco conjunto con los vascos que no son nacionalistas. Como se hizo en 1979. La actuación del lehendakari y de quienes le apoyan, sin embargo, revela que entienden la pluralidad como un incordio y que no se sienten obligados a ceder en sus postulados. La transversalidad, esa exigencia de pacto entre nacionalistas y no nacionalistas, la ven igual que el líder de ELA, José Elorrieta, o que la de EA, Begoña Errazti, como un «derecho a veto por parte del Estado» frente a una supuesta mayoría nacionalista vasca.No deja de ser curioso que quienes abominan de la transversalidad en Euskadi anden diciendo pestes de los socialistas por no haber querido hacer en Navarra un pacto transversal con el nacionalismo. De igual manera, los más acérrimos defensores de la aplicación del modelo irlandés en Euskadi son al mismo tiempo los que amenazan con la confrontación con el Estado y reniegan de la transversalidad. Se olvidan de que en el Ulster se ha constitucionalizado la transversalidad, la obligación de pactar entre los representantes de las dos comunidades, que no sólo han consensuado el marco institucional, que es lo habitual en las democracias, sino que se ha establecido la obligación de gobernar de forma transversal entre quienes simbolizan los dos sentimientos identitarios existentes. En Irlanda, las cuestiones fundamentales sólo pueden prosperar con el voto de las dos partes. La mitad más uno no vale para los asuntos importantes y menos para el diseño constitucional.f.dominguez@diario-elcorreo.com


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