lunes, octubre 29, 2007

Gabriel Calzada, ¡Apartense, que no dejan pasar mi coche oficial!

lunes 29 de octubre de 2007
Transporte público
¡Apártense, que no dejan pasar a mi coche oficial!
A esos políticos y burócratas que gastan nuestro dinero en darnos la murga con que nos somos buenos ciudadanos si no vamos en transporte público no se les suele ver por el metro ni por el autobús.

Gabriel Calzada

Una de las manías más impertinentes de políticos y burócratas es el bombardeo publicitario al que someten a la ciudadanía para convencerle de que tiene que modificar su comportamiento individualista por uno –¿cómo describirlo?– más social(izante). Este pasatiempo machacón de quienes administran "lo público" es especialmente chocante si pensamos en los continuos ataques que recibe la publicidad desde estos mismos estamentos cuando esta la realiza un agente privado con su propio dinero para anunciar los beneficios de un producto al consumidor. Sin embargo, cuando la campaña va dirigida a reprender al contribuyente, hacer sentir culpable al ciudadano por no comportarse como al Estado le vendría mejor o a exigir a los consumidores un cambio en su comportamiento, pocos son los que levantan la voz para quejarse. El colmo de los colmos es que estos anuncios públicos se pagan con el dinero del señor o la señora a quien se pretende aleccionar.
En los últimos meses a diversos organismos gubernamentales les ha dado por criticar a quienes utilizan el transporte privado. Los diferentes gobiernos se han empecinado en convencernos de que somos unos verdaderos sinvergüenzas, unos auténticos derrochadores y unos perfectos despreocupados por el futuro si viajamos en nuestro propio vehículo. Sin embargo, nos dan a entender que nos convertimos en unos maravillosos seres comprometidos con todo tipo de causas virtuosas si nos sometemos a horarios que deciden otros por nosotros y nos espachurramos en una lata de sardinas para desplazarnos. Hay que sacrificarse por no se sabe muy bien qué. El sudor, los apretujones, la inseguridad o los malos modales de muchos son el coste que debemos soportar sin cuestionarnos.
El Instituto para la diversificación y ahorro de la energía, IDAE, del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, ha llenado nuestras ciudades con un anuncio reza Utiliza el transporte público. Ahorra energía. Piensa en el futuro. Vamos, que si no usamos el transporte público es porque somos unos derrochadores de energía y sólo pensamos el presente. Eso de ahorrar energía para realizar una actividad está muy bien, pero transportarse en vehículo privado y hacerlo en transporte público son dos cosas diferentes y dejar de hacer lo que a uno le viene mejor por ahorrar energía así en abstracto no tiene mucho sentido. Sobre todo si pensamos que la producción energética se puede aumentar prácticamente sin límite. El problema está más bien en que como los políticos han creado cuellos de botella artificiales en la producción de energía, ahora quieren que seamos nosotros los que arreglemos sus desaguisados dejando de consumir. Vaya cara más dura que tienen. Y qué decir de esa relación entre transporte público y pensar en el futuro. Yo no trago eso de que ahorrar tiempo y evitarme un montón de delincuentes que campan por sus anchas en el transporte público significa pensar en el presente. Pero, por otro lado, si alguien quiere pensar más en el presente que en el futuro, tampoco veo por qué hay que vilipendiarle.
Peor aún es lo del Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid: ¿Te imaginas un mundo sin coches? Hazlo posible. Súbete al transporte público. Pues sí, muchos nos lo podemos imaginar perfectamente y nos parece una pesadilla sacada de una antiutopía de George Orwell.
Recientemente, el director del Observatorio de la Sostenibilidad en España, Luis M. Jiménez, se refirió al uso "excesivo" del vehículo privado en la presentación de un informe del Observatorio. A saber qué es lo que le parece excesivo a este buen hombre. Sin embargo, a esos políticos y burócratas que gastan nuestro dinero en darnos la murga con que nos somos buenos ciudadanos si no vamos en transporte público no se les suele ver por el metro ni por el autobús. En general están abonados al chofer y al coche oficial, desde el que planean cómo quitar al resto de los coches de las calles y carreteras por las que circulan. No les hagan caso o, de lo contrario, lo único que lograremos es que lleguen antes a sus despachos y nos hagan la vida todavía más complicada con sus moralinas publicitarias.
Gabriel Calzada Álvarez es representante del CNE para España y presidente de Instituto Juan de Mariana

http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40128.html

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