martes, octubre 30, 2007

Populismo a la argentina

martes 30 de octubre de 2007
Populismo a la argentina
LLa elección presidencial de Cristina Fernández de Kirchner implica una vuelta de tuerca en los mecanismos sucesorios habituales en el seno de las democracias occidentales: algo que hasta el pasado domingo era inédito deja de serlo y Argentina pone en marcha una variante de sucesión democrática que permitirá al matrimonio Kirchner intercambiar sus papeles y seguir habitando la Casa Rosada durante cuatro años más. De este modo, la que era consorte podrá continuar la labor de su marido al frente del Gobierno, sin que nadie pueda discutir la legitimidad de su elección, ya que las urnas han avalado su nombramiento con un contundente resultado, al obtener un 44 por ciento de los sufragios e imponerse por un amplio margen sobre sus oponentes, Elisa Carrió y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna.
Lo que resulta más discutible es el planteamiento de su campaña presidencial. Cristina Fernández de Kirchner ha asumido la continuidad conyugal de la gestión de su marido, pero, al mismo tiempo, ha eludido las sombras que pesan sobre éste por los escándalos de corrupción y la falta de transparencia que han caracterizado buena parte de la labor de su Gobierno. Por otro lado, su contundente victoria electoral ha hecho realidad un viejo sueño del peronismo desde la época de la mítica Evita: que éste se suceda a sí mismo, de manera familiar y por aclamación democrática. El discípulo ha superado al maestro y ha logrado lo que no alcanzó en vida Juan Domingo Perón. No hay que olvidar que, en 1973, el mecanismo sucesorio empleado por Kirchner el pasado domingo fue ensayado al presentarse el general a las elecciones presidenciales con su segunda mujer, María Estela Martínez, de vicepresidenta. Esto hizo posible que, un año después, ella lo sucediera al producirse la muerte de su marido. En este sentido, el justicialismo ha vuelto a las andadas y ha logrado ofrecer a los argentinos una fórmula aventajada y rejuvenecida de los iconos populistas que utilizara muchos años atrás el general Perón.
Argentina afronta así un horizonte de continuidad oficialista que Cristina Fernández tratará de rentabilizar a su favor. El país ha superado ya el caos que en 2001 le llevó a sufrir una de las peores crisis políticas, financieras y sociales de su historia. Asegurada la gobernabilidad de Argentina después de la elección de Kichner en 2003, los indicadores socioeconómicos no han dejado de progresar desde entonces. Se ha reducido el paro y el PIB crece por encima del 8 por ciento. Argentina progresa, pero sigue sin resolver los problemas estructurales que hacen que casi una cuarta parte de la población viva en la pobreza, que la inflación se mantenga alta y que no se logren atraer inversiones exteriores que desarrollen un tejido empresarial mucho más sólido que el actual. En este sentido, las decisiones estatalizadoras e intervencionistas impulsadas por Néstor Kirchner, los escándalos de corrupción que pesan sobre él y la política exterior desarrollada durante estos años han debilitado la imagen exterior de Argentina, sobre todo debido a los gestos de hostilidad mostrados hacia España y los Estados Unidos, así como a la aproximación estratégica que ha llevado a cabo hacia países como la Venezuela de Chávez, Cuba o Bolivia, y que ahora se verán ratificados con mayor intensidad.
Todas estas circunstancias colocan a la presidenta electa de Argentina ante el reto de redefinir buena parte del diseño político impulsado por su marido durante estos años, tarea que será difícil por varios motivos, ya que, por un lado, el perfil autoritario y arrogante que Cristina Fernández ha exhibido hasta ahora y, por otro, la propensión a perpetuar las prácticas corruptas mostradas por su marido hacen de ella una heredera potencialmente inclinada a mantener el estilo y los manejos de su antecesor. Complejo futuro, por tanto, el que se dibuja en el horizonte de Argentina. sobre todo porque pospone cuatro años más el reto de saber si el país será capaz algún día de salir del bucle peronista con el que esta ideología ha impregnado hegemónicamente los hábitos políticos de los líderes y del conjunto de la sociedad argentina.

http://www.abc.es/20071030/opinion-editorial/populismo-argentina_200710300246.html

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