domingo, octubre 28, 2007

Jose Vilas Nogueira, Un bendito clown

lunes 29 de octubre de 2007
JOSÉ VILAS NOGUEIRA CATEDRÁTICO DE CIENCIAS POLÍTICAS
memoria de los días
Un bendito clown

Este fin de semana hubo gran celebración en Asturias. Entregaban sus nobelines, que llevan camino de convertirse en unas primarias de los Nobel. Como las primarias suena inevitablemente a elección presidencial americana, confirmando la oportunidad de la comparación, un afortunado con el nobelin fue Al Gore, al que los imitadores suecos (más bien noruegos, en este caso) han concedido después el Nobel de la Paz. Un equipo de baloncesto sin, al menos, un americano está condenado al descenso de categoría. Un premio, también. Por estatura el mocetón americano no desluciría en el basket, pero está tan cuadrado, el hombre, que más adecuado lo veo para el fútbol americano o para el hockey sobre hielo. En cambio, no hay duda de que, hijo de senador y habiendo echado los dientes y perdido alguna muela en Washington D.C., era un buen candidato (aunque su apellido se preste a más de una chanza) para el premio de Cooperación Internacional, que es el que le han dado en Oviedo.
Pero para satisfacción del orgullo patrio, el Príncipe de Asturias es más alto y esbelto que el americano y la Princesa de Asturias es asturiana, circunstancia que podría parecer obvia a una mente republicana, poco informada de las sutilezas monárquicas, pero que tiene mucho mérito, si se atiende a la rareza del caso. Total que el personal entonó unánime y feliz el Asturias, patria querida, canción de fiesta y romería elevada ahora a la dignidad de himno regional. Y no seré yo quien lo desmerezca ante el ominoso silencio del himno nacional (y mejor que siga así; sólo de pensarlo tiemblo ante la perspectiva de que el intento de ponerle letra tenga éxito: ¡vayan ustedes a saber lo que sale de ahí! o la épica neoclásica del gallego.
Pero, pompa y circunstancia al margen, parece ser que los méritos del señor Gore para hacerse acreedor al nobelin y al Nobel son su lucha contra el cambio climático. ¿Por acaso este señor es sabio, de la física u otras disciplinas relacionadas con este problema, que haya hecho algún descubrimiento relevante para su solución o mitigación? No, no lo es. ¿Por acaso este señor es un gobernante que haya diseñado e implementado políticas con esos benéficos efectos? No, tampoco lo es.
Al es sólo (¿y para qué quiere más?) un propagandista de la urgencia y perentoriedad de combatir el cambio climático mediante el ahorro de energía. Ciertamente, no se sabe el grado del cambio, y menos todavía su etiología. Pero, no detendrán su noble empeño estos tiquismiquis reaccionarios. Su lucha le ha reportado ya muchos premios (además de los dos referidos, un Oscar como documentalista, etc., etc.). Anda predicando su evangelio por todo el mundo (al módico precio de 250.000$ por conferencia). Aun siendo estadounidense, se ha ganado ilustres amigos; entre ellos Zapatero, y sus secuaces, que le ha comprado miles de copias de su documental al doble del precio que cuestan en el quiosco ("el dinero público no es de nadie", que dijo la pixi). Azacaneado anda, en vigilias y fatigas, para lograr el ahorro de energía, de modo que el pobre se ve obligado a viajar en jet privado y a consumir, en su modesta mansión, diez veces más energía que el ciudadano medio estadounidense (que debe consumir cien veces lo que el africano medio).
Cuando era pequeño me impresionaba mucho la figura del clown, con su afectada gravedad, que yo me tomaba enteramente en serio. Sólo me hacía gracia el augusto, con sus fingidas idioteces. Al Gore tiene cara de clown y hechos de vendedor de coches de ocasión. Su beatificación por la progresía ilustra, al tiempo, la inteligencia y la moral de la secta dominante.

http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=684&idNoticiaOpinion=225820

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