martes 30 de octubre de 2007
El triunfo de Néstor
SYLVINA WALGER
(Socióloga y escritora)
En la Argentina -país genéticamente machista y con una fuerte inclinación a someterse al verticalismo de turno-, el hecho de que por primera vez dos mujeres hayan competido por la presidencia de la Nación ha despertado un poco frecuente entusiasmo entre las féminas locales (opositoras y no tanto). Normalmente poco proclives a las solidaridades de género, hoy sienten que ha llegado la hora del despegue femenino.
«Votar por una mujer significa, simbólicamente, deshacerse de los demás políticos, porque el sistema es exclusivamente masculino», declaró el sociólogo Alain Touraine cuando su compatriota Ségol_ne Royal se convirtió en la candidata del socialismo para las elecciones francesas.
Sin embargo, la votación de ayer no fue un rechazo a la masculinidad del sistema. Para los cargos esenciales, Lilita Carrió (Coalición Cívica) se hizo acompañar de un erudito equipo de apuestos y viriles jóvenes que la ayudaron a quedar segunda.
El triunfo de Cristina tampoco debe ser confundido con logros feministas del tipo perforar el «techo de vidrio» (ese límite invisible que tenemos las mujeres para escalar posiciones). Tampoco se trata de que nuestros varones hayan por fin comprendido que ninguna cultura, religión o sistema político puede considerarse civilizado sin asumir la igualdad de sexos.
Cristina, que, al igual que Carrió, exhibe interesantes méritos personales, no llega a la primera magistratura por su condición de mujer, sino porque es la señora de Néstor y la persona en la que él más confía. Una virtud nada desdeñable en un país dividido en facciones que se odian entre sí y que ignoran la noción de bien común. Además, si la puso «el jefe», a todos nos gusta. Gracias a este simple mecanismo, Cristina es hoy la nueva presidenta de los argentinos.
Por eso es bueno aclarar que el sexo femenino no es mejor por sí mismo y ser mujer no es garantía de paz ni de progreso. Presuponer que una mujer sólo por acceder a un cargo tenga como proyecto mejorar el mundo y la situación de sus congéneres, es estigmatizarla colgándole la medalla de misionera salvadora. Una mujer sólo podrá ser útil, igual que un hombre, si antes ha tomado conciencia de las desigualdades de todo tipo que azotan a la humanidad.
Cristina, por ahora, es sólo una pieza más en el tinglado «K», y si nos guiamos por la forma en que se ha manejado hasta ahora, las mujeres estaríamos últimas en su lista de prioridades, normalmente encabezada por algunos intelectuales «fashion».
http://www.abc.es/20071030/opinion-firmas/triunfo-nestor_200710300248.html
martes, octubre 30, 2007
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