lunes, octubre 29, 2007

German Yanke, El viaje de Zapatero

lunes 29 de octubre de 2007
El viaje de Zapatero Germán Yanke

José Luís Rodríguez Zapatero ha intentado reaccionar este fin de semana ante un asunto —el AVE en Cataluña, el fiasco de tantas infraestructuras en aquella comunidad autónoma— que no estaba entre los grandes asuntos de debate de esta legislatura, pero que se ha convertido, junto a otros, en tema estrella, con el efecto adicional que puede tener de cara a las elecciones de marzo del próximo año. No ha resuelto la cuestión, desde luego, ni ha ofrecido una alternativa seria a lo que, con toda probabilidad, ha sido causado por las prisas con que se ha querido convertir las infraestructuras en bazas electorales en vez de en servicios a los ciudadanos. El presidente ha “tomado nota” de algunas opiniones de los alcaldes de la zona, pero mantiene a la responsable política del desaguisado —la ministra de Fomento—, lo que no es tanto una cuestión personal, sino un ejemplo de que ya quedó atrás, o quedó en poco serio, aquello de rectificar.
Pero viaja a Barcelona y asume los fallos. Es un gesto que ya veremos en qué queda cuando el presidente comparezca en el Congreso para hablar del asunto. Insisto en lo del gesto porque, en este territorio, el presidente Rodríguez Zapatero tiene una habilidad y una capacidad de reflejos que, desde el punto de vista del marketing, le da buenos resultados.
Si se compara con el pasado, es decir, con la última legislatura en la que gobernó el PP, se puede decir sin exageración que los también ambiciosos planes de infraestructuras encabezados por el ministro Álvarez-Cascos eran más serios y más realistas que las improvisaciones populistas de Magdalena Álvarez. Mucho se dijo, con ironía a veces y con mala uva entonces, sobre Álvarez-Cascos, pero la comparación demuestra que, a pesar de la palabrería sobre el radical cambio que se quería poner en marcha, hemos ido para atrás. Aunque también es cierto que, ante algunos problemas, como por ejemplo el causado por el Prestige, el PP demostró que, en ese territorio de los gestos, tenía mucho que aprender.
Es el pasado, claro, pero las comparaciones pueden servir para afrontar los próximos meses. El PP, en ocasiones (antes y ahora), se presenta ante los votantes como un opositor que hace gala de mejor currículum y mejores credenciales. Los fallos y los fracasos del Gobierno actual, que parecen indudables, pueden sostener este planteamiento. Pero no se enfrenta el candidato a ganar las generales a un tribunal, sino a la opinión pública. Y no debería desdeñar el valor de los gestos y de las rápidas reacciones.
Bienvenido sea, por tanto, el programa. No deberían olvidar, sin embargo, la estrategia.

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=29/10/2007&name=german

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