martes 30 de octubre de 2007
Zapatero, presidente del Gobierno y ministro de Fomento José Oneto
Cuando mañana, miércoles día 31, José Luis Rodríguez Zapatero se dirija al Parlamento para intentar explicar el caos del AVE y la crisis de las infraestructuras en Cataluña, no se sabrá si hablará como presidente del Gobierno de España o como ministro de Fomento.
Al asumir todas las responsabilidades políticas en el “descarrilamiento catalán” durante su inesperada visita a la “zona cero” el pasado domingo, sin concretar en dónde y cómo terminan y se concretan esas responsabilidades, al insistir en que no tiene la menor intención en destituir a la ministra de Fomento Magdalena Álvarez, y al comprometerse con la ciudadanía catalana en que lo prioritario es la seguridad (las obras ya han ocasionado una docena de muertos), el presidente del Gobierno se ha convertido, de hecho, en el nuevo ministro de Fomento, aunque se espera que no tenga que pelearse con Renfe, Adif y OHL para que no se produzca el socavón número catorce en el breve plazo de días.
Es verdad que el presidente ha tenido reflejos para presentarse en el lugar del caos en una actitud que no tuvieron ni el ministro de Fomento del PP Francisco Álvarez-Cascos ni el propio José María Aznar durante la tragedia del Prestige, pero también es verdad que es mucho lo que se juega en Cataluña en las elecciones del próximo mes de marzo.
Cataluña es uno de los principales graneros electorales del PSOE, y en las últimas generales del 2004 le proporcionó casi millón y medio de votos y 21 escaños decisivos, sin contar que fueron los catalanes, especialmente Pasqual Maragall, los que le hicieron ganar frente a José Bono la secretaría general del partido.
Y en Cataluña ha estado pensando el presidente cuando se comprometió, tras el correspondiente acuerdo con la Generalitat, a invertir 34.486 millones de euros en infraestructuras, fijar la fecha del 21 de diciembre como la fecha definitiva de llegada del Ave a Barcelona y nombrar cabeza de lista por la Ciudad Condal a una de las mujeres con mejor imagen, Carme Chacón, nueva ministra de la Vivienda.
Esa estrategia electoral parece haberse venido abajo tras el caos que se ha producido en Barcelona por las obras de un tren de alta velocidad que está gafado, que debió haber llegado hace tres años y que probablemente no llegará hasta poco antes de la primavera del año que viene, con lo cual no podrá ser inaugurado en plena campaña electoral.
Las elecciones generales se juegan en Andalucía y en Cataluña, donde vive prácticamente la tercera parte del electorado que aporta, en números aproximados, un tercio de los parlamentarios.
Sin embargo, según la encuesta realizada por el periódico catalán La Vanguardia no parece que, hasta ahora, que “el descarrilamiento catalán” haya afectado electoralmente a los socialistas. Aunque ha disminuido en ocho puntos la confianza de la población catalana en el presidente del Gobierno, todavía una gran mayoría, puesta a elegir entre Zapatero y Rajoy, apuesta más por el presidente del Gobierno (el 72%) que por el líder de la oposición (13%).
En cuento a votos, el PSC subiría en porcentaje y obtendría dos escaños más que en las elecciones del 2004, a costa de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y de un estancamiento a la baja de Convergència i Unió y Partido Popular.
Por eso, tras el gesto electoral del domingo, mañana Zapatero se juega mucho, y con seguridad se jugará mucho más si se empeña como parece en mantener a la ministra de Fomento, a la que han decidido esconder aunque, cada vez que habla, es un problema añadido.
http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=30/10/2007&name=oneto
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