lunes, octubre 29, 2007

Pablo Sebastian, Sobre la sabiduria de Rajoy

lunes 29 de octubre de 2007
Sobre la sabiduría de Rajoy Pablo Sebastián

Rajoy se cree mucho más listo, ¡un sabio!, de lo que aparenta, incluso de lo que creen los barones de su propio partido. Y aunque pareció una broma, se empiezan a tomar en serio en el PP aquellas declaraciones suyas, no hace mucho tiempo, en las que afirmaba que seguiría al frente del PP incluso si llegara a perder las elecciones. Si Rajoy cree que esto es posible, y así lo ha dicho en público y en privado, su presunta sabiduría sólo sería una demente pretensión ajena a la realidad. Porque si pierde y no se va, lo tirarán por el balcón de la sede central de Génova como a la cabra del campanario, tras una revuelta sin cuartel en los despachos y medios de comunicación del PP que acabará en un congreso, posiblemente dominado por Aznar, en pos de su segunda designación, como ocurrió con Fraga y Hernández Mancha.
Aunque Rajoy, a lo mejor, con lo que está soñando es con lograr la amarga victoria. Es decir, con ganar por pocos votos y puede que por pocos escaños al PSOE y luego no gobernar por falta de acuerdo con los nacionalistas. Ésa sería, da la impresión, la mejor hipótesis para Rajoy, que dejaría al PP empantanado y él sería la víctima de la pinza PSOE-nacionalistas. Pero, incluso en esa tesitura, Rajoy sería descabalgado del liderazgo del PP por los grupos dominantes —político y mediático— con el argumento claro del eterno segundón, el Poulidor de la política española nacional, mientras que los padrinos de los candidatos jalearán en el obligado congreso del partido a su pupilo, presentándolo como indiscutible caballo ganador.
De manera que Rajoy, con todo lo sabio que cree ser, sólo tiene una salida: ganar con la mayoría suficiente para poder gobernar. Todo lo demás son ganas de tontear y perder el tiempo, como lo perdió en Valencia el sábado. Una vez que Mariano Rajoy se presentó en Valencia como un sabio que habla con el lenguaje de la gente sencilla, como de él se dice en el vídeo electoral con el que se pretende contrarrestar el “efecto Z” de Zapatero. Un sabio, este Rajoy, que en la capital del Turia no dijo nada nuevo, ni ofreció equipos y programas electorales, sino un festejo sobre la nada, amparado de todos los líderes del PP, incluidos los que lo quieren sustituir, como Aguirre y Gallardón —faltaban Aznar y Rato—, y los que deberían desaparecer, como Acebes y Zaplana, a los que se les va a caer encima la sentencia del 11M el próximo día 31.
Un Zaplana que fue maltratado por el protocolo de sus colegas valencianos, como inequívoca señal de que no lo quieren como próxima cabeza de cartel electoral de esa ciudad, mientras por otra parte colocaban cerca de Rajoy al imputado presidente de la Diputación de Castellón, Fabra. De manera que se habló más del bonito juego de las sillas de la primera fila del PP, que de lo que dijo Rajoy, que no dijo nada que no hubiera dicho antes, salvo lo de intentar transmitir imagen de humildad y moderación, lo que indica que el PP se acaba de dar cuenta de que existe un llamativo vacío en el centro político español.
Lo malo de este descubrimiento es que cuando se llega tarde y además se habla bajito sin hacer ni decir nada, la gente no se entera de que Rajoy es una persona sencilla que habla como la gente sencilla, porque se acuerda de sus discursos soberbios e insultantes en el Congreso de los Diputados, que en la memoria de muchos están. O sea, que mucha sencillez, mucha más moderación, y ninguna noticia salvo la de sentar a sus pies, como si fuera un coro o su claque particular, a todos los líderes regionales del PP para adular al líder en una foto muy especial.
En realidad, el mitin de Valencia carecía de contenido y su única misión era la de ocupar el tiempo y los espacios informativos, dentro de un detallado y estratégico plan orquestado por la dirección del PP con el que se pretende, poco a poco, ir rellenando el largo calendario preelectoral. Por eso, al día de hoy, o el pasado sábado, no se dio noticia alguna sobre el programa que se guarda en caja fuerte, como el gran acontecimiento de la Convención de mediados del mes de noviembre en la que la montaña preñada de sorpresas se abrirá de par en par. Pero, de momento, nada que contar, porque Rajoy, además de sabio, es un domador de los tiempos y sobre todo confía en la capacidad de autodestrucción de Zapatero, que, sin lugar a dudas, tiene una fuerza descomunal. Y ése es el as que Rajoy esconde en la bocamanga, y lo único que le podría salvar. El suicidio político de Zapatero que lleva mucho tiempo en nivel de tentativa pero que no acaba de llegar.

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=29/10/2007&name=manantial

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