viernes 18 de mayo de 2007
Sebastián, solo frente a su mezquindad
EL candidato socialista a la Alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, cometió el pasado miércoles, en el debate de TVE, un acto de mezquindad que le invalida moral y políticamente, al utilizar la vida privada del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, como zafio y torpe instrumento electoral. Si Sebastián piensa que tan sucio ataque va a proporcionarle algún rédito en las elecciones del 27-M, se equivoca con estrépito, porque la opinión pública sabe distinguir perfectamente lo que es el puro y legítimo enfrentamiento partidista de la ofensa personal, y castiga con dureza a quien vulnera las más elementales normas de educación y respeto. La conducta de Sebastián, además de zafia, refleja una concepción de la política incompatible con el comportamiento de un cargo público en una democracia, porque hay principios éticos que no pueden ser vulnerados, por muy grande que sea la desesperación política del candidato socialista ante su más que previsible fracaso electoral.
Sebastián, que no rectificó, insistió ayer en los mismos argumentos contra el alcalde de Madrid, que lejos de descender al nivel de su oponente, volvió a exhibir la caballerosidad y temple que demostró en el debate televisivo. Es la diferencia entre un político de altura y un aprendiz sin valores, capaz de recurrir a lo más bajo por creer que así va a arañar un puñado de votos.
Afortunadamente, el candidato de IU a la Alcaldía de Madrid, Ángel Pérez, salió ayer en defensa de Gallardón y condenó con firmeza el mal estilo de Sebastián, al que -más allá de las tibias y forzadas palabras de distante apoyo de Rafael Simancas-, su partido parece haberle dejado solo ante su propia mezquindad. La política, en democracia, se fundamenta en el compromiso de los candidatos con la sociedad a través de un acuerdo no escrito sobre principios y valores éticos. Quien no es capaz de entender este principio básico y, además, lo violenta, merece el desprecio y el castigo en las urnas de los ciudadanos. Lo que hizo Sebastián no fue debatir, sino agredir verbalmente a un rival político con argumentos infamantes. Por eso, pasará a la historia como el hombre inexperto que, ante su incapacidad argumental para ofrecer alternativas políticas, optó por lo más fácil y a la vez más indecoroso y deshonesto: cruzar esa sagrada línea roja que separa la condición pública de la privada para tratar de zaherir a su adversario en el ámbito estrictamente personal. Patético esfuerzo de quien exhibió todas sus miserias en directo y a quien este periódico ofreció participar en un blog electoral -Sebastián se permitió ayer, en el colmo de la desfachatez, acusarnos de censura- que ahora retira para no constituirse en soporte de las opiniones de un candidato de tan corta estatura ética.
jueves, mayo 17, 2007
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