jueves, mayo 17, 2007

Manuel Martinez, Crispacion electoral

viernes 18 de mayo de 2007
Crispación electoral
Miguel Martínez
S I alguno de mis queridos reincidentes tenía la opinión de que tanta crispación en la actual campaña electoral es coyuntural, o que no es más que la lógica resultante de un clima ya crispado que por inercia se ha extendido a la campaña, es usted tan ingenuo como un servidor, que cándidamente suponía que ésos eran los motivos por los cuales estos días, en las comparecencias públicas de los candidatos, éstos anden más por la labor de poner como un trapo al adversario que de desvelarnos –ni que sea con falsas promesas- cómo pretenden acometer los problemas de nuestras ciudades y comunidades autónomas, porque –no lo olvidemos- las elecciones del próximo día 27 de mayo son municipales, y también autonómicas en algunas comunidades autónomas. No parece haberse tenido en cuenta que, por norma general, en las elecciones locales suele apostarse más por la persona que por la formación a la que pertenece, empeñándose nuestros políticos en vendernos que del número de votos que obtenga tal o cual lista en estos comicios va a depender el futuro de la política de este país. Y así uno ve al alcaldable popular de una ciudad criticar la laxa aplicación de la Ley de Partidos por parte de Zapatero, o al socialista de otra localidad redundar en la crueldad del PP al meternos de lleno en la guerra de Irak, dejando en segundo o tercer plano, unos y otros, lo que de verdad nos interesa en estas elecciones, como cuándo narices van a asfaltar el estacionamiento frente al pabellón municipal, que cada vez que llueve hay que ir a buscar el coche con flotador y botas de agua, o cuándo van a poner los medios para evitar la falta de plazas en las guarderías, o cómo pretenden solucionar la masificación de los servicios médicos de atención primaria, por citar algunos ejemplos de competencias municipales o autonómicas; porque lo que está claro es que el alcalde de mi ciudad –y probablemente el de la suya- poco tenga que ver con que puedan presentarse diez o diez mil concejales por ANV y menos podrá hacer al respecto por socialista que sea, ni, en el caso del candidato que se presente por el PP, poca responsabilidad tendrá el hombre en el hecho de que Aznar quisiera hacerse fotos con el jefe Bush aunque fuese a costa de meternos a todos, contra nuestra voluntad, en una guerra. Claro que a Mr. Ánsar –que diría Bush- eso de las voluntades ajenas lo trae al pairo, que no tolera que nadie le diga qué es lo que debe hacer, ni a la velocidad que ha de circular, ni las copas de vino que puede tomarse antes de conducir, que así lo manifestaba públicamente estos días cuando era nombrado Bodeguero de Honor de la Academia del Vino de Castilla y León, pero eso es harina de otro saco de papel reciclado (que ya apenas se utilizan aquellos sacos de tela llamados costales en los que antaño se transportara la harina). Y si les tildaba a ustedes –como se tilda a sí mismo un servidor- de ingenuos era porque la crispación no obedece ni a la casualidad, ni a la coyuntura, ni a la inercia, ni a la puñetera madre de ninguna de esas tres palabras como muchos de nosotros creíamos, sino que procede de una estrategia escrupulosamente diseñada, según nos desvela una publicación digital, la cual asegura haber tenido acceso a un manual en el que el PP -tampoco sería de extrañar que el resto de formaciones dispusiera de manuales análogos- instruye a sus candidatos y oradores de campaña en las consignas sobre las que se debe vertebrar su discurso, priorizando sobre los temas con los que ciertos voceros populares y algunos medios de información suelen mantener candente el clima político. En el citado manual se ofrecen una serie de pautas sobre cómo atacar al PSOE, formación a la que tildan de “partido del rencor y del socialismo rancio” y se alecciona al personal en presentar a Zapatero como una mezcla entre Caín, Polifemo, el feo de los hermanos Malasombra y la Bruja Avería, recomendando que se le otorgue en los mítines el papel de culpable incluso de la muerte de Manolete. (Metáfora taurina -rozando la hipérbole- del autor. No me sean literales mis queridos reincidentes). Conminan, también desde el mismo manual, a utilizar como material de restriegue la política antiterrorista del gobierno – a la que denominan chantaje-, el culebrón de De Juana y el hecho de que algunas de las candidaturas de ANV puedan presentarse a las elecciones. Es de imaginar que, en base a ese mismo razonamiento, el mérito de que el resto de candidaturas de ANV no puedan concurrir a estos comicios corresponderá, en todo caso y en exclusiva, al Tribunal Constitucional, y nunca al gobierno de la nación. Curiosamente ese manual no habla de armas de destrucción masiva -hiperactivas pero invisibles-, ni de las devastadoras cualidades del ácido bórico, ni de las palabras de Aznar sobre “el Movimiento Vasco de Liberación”, ni de los turrones de Zaplana, ni de las dificultades de la Espe para llegar a fin de mes, ni de las mentiras del desmemoriado Acebes; aunque ya habrá algún que otro alcaldable ventajista que, desde el otro lado, saque a relucir tan suculentos temas. Y, como suele suceder en la mayoría de casos en los que uno pretende analizar despropósitos, al intentar averiguar el porqué de estos procederes, uno se queda peor y más frustrado que al principio. Porque es de suponer que si unos y otros se empecinan obstinadamente en actuar en campaña poniendo a parir al contrincante y prendiendo fuego a crispadoras mechas incendiarias en vez de acometer los problemas reales de la política local, una de dos: o bien tienen constatado que eso de poner verde al contendiente funciona y por eso utilizan tal recurso, o bien es una estrategia para que nos olvidemos de que el parking del polideportivo lleva tres legislaturas esperando a ser asfaltado y para que nos vayamos haciendo a la idea de que el over booking nos seguirá acompañando ad eternum en nuestras consultas médicas. Ante este panorama comprende uno muchísimo mejor las palabras de Aznar respecto a la velocidad y al consumo de alcohol, que tal y como está el patio, con los políticos berreando a todas horas y soltando por esas bocas sapos y culebras, día sí, día también, lo que le pide a uno el cuerpo es coger el coche y salir disparado al quinto pino, donde ponerse morado de vino –rioja gran reserva a ser posible- hasta que finalice, de una vez por todas, esta puñetera campaña electoral.

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