miércoles, mayo 09, 2007

Ignacio San Miguel, La sombra de Bush puede alargarse mas

jueves 10 de mayo de 2007
La sombra de Bush puede alargarse más
Ignacio San Miguel
Y no me refiero a la llamada guerra de Irak, que al parecer fue un error y cuyas consecuencias se prolongarán en el tiempo. Me refiero a otra guerra, la guerra cultural que se libra en Estados Unidos; y en la que las fuerzas conservadoras no cejan en su empeño, digno de alabanza, de recuperar para su nación su identidad tradicionalmente cristiana. Esta pugna, que ya lleva más de treinta años de duración, no suscita gran interés aquí, en España, donde la bronca diaria del corral político nacional atrae la atención de una minoría, y el resto se dedica a sus ocupaciones personales y al “dolce far niente”, que es lo más apetecible. Pero lo cierto es que fuerzas poderosas se mueven en el mundo, en lucha constante, y de su triunfo o derrota dependerá el vivir diario en un plazo no muy largo, de toda esa gente sumida en la indiferencia; y que seguirá indiferente a pesar del cambio, pues la apatía parece haberse erigido en el rasgo dominante de gran parte de españoles. De hecho, cosas fundamentales se han trastocado y no parece que hayan reparado en ello. El presidente Bush había prometido a los distintos movimientos conservadores que operan en su país, que colocaría jueces de adecuadas ideas en la Corte Suprema. También se había declarado antiabortista, prometiendo como primera medida acabar con la práctica atroz del “partial birth abortion” o “aborto por nacimiento parcial”. Este método consiste en extraer el cuerpo del niño, menos su cabeza, del seno materno. Introducir entonces una cánula, horadar la cabeza y extraer el cerebro. Después de realizada esta operación, se consuma el parto. Legalmente, no se trata de un infanticidio, porque la muerte del niño se produce antes de haber nacido del todo. Pero esta distinción es puramente legal, porque el sentido común nos dice que no hay diferencia alguna con un infanticidio. Muchos miles de muertes se producen al año en Estados Unidos por este método. El presidente Bush ha cumplido ambas promesas. Cuando se produjeron dos vacantes en la Corte Suprema, las hizo ocupar con jueces conservadores, John Roberts y Samuel Alito, el primero presidente del Tribunal. El resultado es que dicho tribunal, que estaba escorado a la izquierda, ahora está escorado a la derecha. Hay cuatro jueces “liberals” y otros cuatro conservadores, entre éstos el presidente. Hay otro juez, conservador tibio, Anthony Kennedy, clave en las votaciones, que completa el número de nueve jueces. Bush decretó la prohibición del aborto por nacimiento parcial. La ley pasó por amplia mayoría en las dos Cámaras del Congreso. Naturalmente Hillary Clinton votó en contra. Los Clinton siempre han sido favorables a esta clase de aborto. Bill Clinton vetó la prohibición en su día y su esposa siempre ha votado en contra. Ya saben que los “liberals”, lo mismo que los progres de aquí son muy sensibles. No podían permitir que un tipo de aborto tan deseado por algunos padres fuese prohibido. Son muy sensibles. Pero la ley prohibitiva salió adelante en las dos Cámaras, si bien fue recurrida ante la Corte Suprema, basándose en que era anticonstitucional. Y ahora la Corte Suprema ha sentenciado que no, que es plenamente constitucional. Anthony Kennedy, el tibio conservador, se ha alineado con sus compañeros, consiguiéndose una victoria de cinco contra cuatro. El “partial birth abortion” ha sido erradicado de Estados Unidos. Pero esto no es suficiente, ni mucho menos, para el movimiento conservador. La meta es la ilegalización de todo aborto en Estados Unidos. Aspiran a la revocación de la sentencia “Roe v. Wade” que introdujo el aborto libre en la nación. Para ello se necesitan cubrir dos objetivos. Uno de ellos es reforzar el carácter conservador de la Corte Suprema con el nombramiento de otro juez conservador, pues se sabe que Kennedy no votará la revocación. Se prevé que a no tardar mucho se producirá otra vacante, pues uno de los jueces “liberals”, John Paul Stevens, tiene ochenta y siete años. Si se retira, ése sería el momento. Pero para entonces habría de haberse conseguido la otra meta: un presidente de Estados Unidos conservador. Es decir republicano, porque demócrata y conservador es una especie inexistente entre los aspirantes. La meta suprema no es inalcanzable. El aborto podrá ser ilegalizado si se dan estas dos condiciones y los jueces cumplen lo que se espera de ellos. Si esto ocurriera, las consecuencias serían inmensas. Supondría la reversión de un estado de cosas decadente instalado en las leyes de la nación líder del mundo occidental. Sería un revulsivo gigantesco no sólo para Estados Unidos obviamente. Repercutiría sobre el resto de las naciones occidentales, donde la situación en este delicado tema es más o menos similar. Y muchos temen que no incidiría sólo sobre el aborto. Los movimientos pro-vida de Estados Unidos consideran que se ha dado un paso imprescindible; aunque hay discusión sobre si va a conducir a la erradicación de todo aborto, o bien las cosas quedarán en esta prohibición específica y nada más. Pero si las dos condiciones citadas se dieran en el futuro, las presiones de estos movimientos pro-vida iban a ser enormes, por supuesto. Porque sería el “ahora o nunca” para estos movimientos. Los “liberals” han palidecido. Son tan sensibles… Los Clinton, Kennedy, Kerry y demás, así como los progres de Europa se inquietan. Es absolutamente necesario que el próximo Presidente sea demócrata, piensan. No es posible que el aborto sea ilegalizado. Son tan sensibles que se revuelven contra esa idea. Pero si las cosas se torcieran para ellos, si las cosas siguieran el curso deseado por los antiabortistas, sería porque hubo un Presidente que colocó la primera piedra de la reconstrucción moral de la nación. Simplemente, cumpliendo unas promesas que había hecho a sus votantes. Desde el punto de vista de la progresía, la sombra maligna de Bush se proyectaría funesta y enorme sobre sus vidas. No sólo habría sido brutal con Irak. Habría sido brutal con el aborto. Lo que le faltaba para convertirse en el presidente más nefasto de Estados Unidos, A lo menos, según la opinión de los progres, esa gente tan sensible.

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