lunes 21 de mayo de 2007
EL HOMOSEXUAL ANTE LA VIDA
Félix Arbolí
T HE QUER ENQUIRER (Disquisiciones de una marica catódica), es una página web. que me encontré por casualidad chateando con ni nombre por el Google. Me llamó la atención que este colectivo “citara” y “comentara” uno de mis artículos publicados. Nunca me he visto envuelto en “arco iris” y rosas a lo largo de mi vida, porque mis armarios siempre han estado abiertos de par en par y me gustan con exceso las mujeres. Nada en contra de los que no tengan las mismas tendencias. Allá cada cual. Lo que sí me molestó y cabreó es que hicieran una versión bastante torcitera de mi artículo en cuestión. De tal forma que donde yo aclaraba y desarrollaba mi opinión, ellos cortaban aquí y allá y me asignaban y exponían un texto bastante distorsionado respecto al mío. Y eso no me parece correcto ya que supone calificarme de intolerante y enemigo acérrimo de esas inclinaciones, cuando solo soy testigo de una comedia en la que no me siento involucrado y a la que ni aplaudo, ni tomateo. Se referían a mi comentario sobre el hecho, no muy de acuerdo con mis convicciones éticas y religiosas, de que Ruiz Gallardón, había oficiado una “boda” entre dos militantes del PP, del mismo sexo. La referencia a este hecho y a mi alusión personal, decía: “Uno ya no se asusta de que la iglesia diga esas cosas, lo que si es totalmente risible (no comprendo el motivo de esa risa, aclaro yo, hay palabras más adecuadas para mostrar su repulsa como incomprensible, intolerable, sorprendente, etc, pero no “risible”), son los actos de hipocresía empezando por los del PP, que uno se encuentra. (Y hablan de la boda de dos homosexuales del PP, oficiada por el alcalde de ese partido. Eso se llama “rizar el rizo”). Así Félix Arbolí (no se tampoco por qué me relacionan con partido político alguno), dice que es normal que un hombre quiera a otro hombre y una mujer a otra (nunca he dicho que sea normal, solo tolerable), ya que el amor es muy complicado, y aunque a él le parezca raro todo esto, es normal. Aún así no se corta un pelo, (a mi me lo corta el peluquero), y tacha de aberración las relaciones homosexuales, y añade “pero de eso a que se casen y constituyan un matrimonio con las mismas consideraciones y derechos que el llevado a cabo entre hembra y varón, va un abismo. Es una ofensa al respeto y la seriedad que se debe al matrimonio legalmente formalizado, ya sea ante el altar a ante el juez, que no es esa la cuestión. Vamos que puedes ser todo lo maricón que quieras, (es palabra usada por ellos), enamorarte de quien te venga en ganas, que a él le parece natural, pero por favor, no intente que se te considere normal. Vivir para leer” ¿En qué quedamos lo considero normal como me atribuyen al principio o no lo considero normal, como me impugnan al final? .También encuentro un tanto perogrullo que indiquen me parece natural que un maricón (palabra usada por ellos), se enamore de quien le venga en gana pero que no intenten que lo considere normal.¿Como es posible esa contradicción ?. Hasta aquí el extraño y torcido galimatías que han querido endosarme impunemente. En el artículo de la contraportada del pasado día 20 de marzo titulada “Matrimonio, si… mariconadas, no”, al que ellos deben hacer referencia, aunque no citen procedencia, título y demás datos, solo mi nombre y apellido, yo escribía: “Vivimos una época de locuras colectivas y normas que rozan más de lo debido el absurdo y lo esperpéntico. Y lo peor de esta anomalía es que nuestras leyes y autoridades refrendan esta demencia como legítimas aspiraciones de un colectivo que no desea encontrar y aceptar el sitio apropiado a su peculiar manera de comportarse y sentir. Una unión con todas las legalidades permitidas, pero que nunca debió llamarse matrimonio, adecuada a esos seres cuyos “continentes” y “contenidos” no son de similares apariencias e intentan presentarse bajo la falsa simulación de una sociedad conyugal socialmente correcta. También está influyendo al desprestigio y la ofensa de la dignidad del matrimonio, las que lo utilizan como objetivo de una vida más cómoda, donde el amor es un sentimiento desconocido y se prestan a la venta de su juventud y a la falsedad de sus caricias. (No me refiero como es lógico y notorio a la unión entre homosexuales, sino a las que venden su juventud a la vejez de los afortunados económicamente, muy abundantes, por cierto, en nuestros días). Saben que siempre hallarán al necio de turno que la compre para su disfrute ya que hace años perdió la suya y necesita esa “mercancía” para estimularse sexualmente y presumir…de cuernos”. Como pueden comprobar una versión nada parecida a la que ellos me atribuían y aparte sin explicitar debidamente el motivo que originaba mi comentario, ni hacer mención a la coletilla final sobre las que venden juventud y cargan con el viejo. Cortando, añadiendo y enlazando según propias conveniencias, sin tener para nada en cuenta mi verdadera opinión. El asunto no tiene la menor importancia para mí. Créanme, ya que me considero totalmente ajeno a las arbitrariedades y componendas de ese colectivo contra el que nada tengo, aunque ello no quiera decir que tenga afinidades con ellos, a pesar de que conserve excelentes amigos y amigas que forman parte de el. Nunca he juzgado a las personas por su raza, tendencias, procedencia, creencias a ideas, sino por su compostura ante la sociedad, su respeto hacia los que no le son iguales y su empeño en no hacer de su posible diferencia un acto ofensivo y belicoso. Vuelvo a insistir y aclarar que no tengo nada contra el homosexual, al que hoy llaman “gay”, ni contra la lesbiana. Cada uno es dueño de hacer con su cuerpo y sus sentimientos lo que más le satisfaga, siempre que no sea una imposición o violación sobre la otra parte. El amor no debe ser perseguido y censurado cuando se siente de verdad, cuando es una mutua atracción difícil de controlar y mucho menos de simular, ya sea hombre y mujer o mujeres y hombres entre sí. Pero ello no quiere decir que defienda a capa y espada la homosexualidad y el lesbianismo, ni que me parezca lo más aconsejable y natural, aunque si tolerable , el comprender que otros puedan sentir y vivir esa inclinación. No deseo ejercer de Torquemada en esa grey cada día más numerosa e influyente en todos los aspectos de la actualidad. La homosexualidad existe desde los principios de la Humanidad y hay incontables ejemplos de pueblos primitivos y antiguas y espléndidas civilizaciones que hicieron de esta práctica o manera de sentir algo habitual. Personajes que hoy figuran en la Historia como modelos y ejemplos a seguir por sus logros espectaculares, tuvieron la práctica de la homosexualidad, como hábito y forma de conducta, incluso prestándole más interés y dándole mayor importancia que a la relación heterosexual, que en muchos casos solo utilizaban para la procreación y reservaban la otra para el placer. Son comentarios sacados de textos históricos, que conste, en los que yo no pongo ni quito coma. Tenemos el caso de Julio César, el célebre general y político romano al que calificaban los de su época como “el hombre de todas las mujeres y la mujer de todos los hombres”. Más claro el agua del manantial de Lozoya, cuando el coche era un desconocido. Otro ejemplo el del heroico y épico Aquiles, personaje trascendental de la famosa “Guerra de Troya”, por sus amores reconocidos con Patroclo. Alejandro Magno y sus amores con el mancebo Hefestión y tantos otros que al mismo tiempo que daban incuestionables pruebas de valor en las luchas, demostrando una dureza y “hombría” que estimulaba a sus ejércitos, tenían sus asuntos de cama y devociones con mancebos y prostitutos. Ni Marco Antonio, a pesar de sus célebres y encendidos amores con Cleopatra, la reina de Egipto, ni el ponderado Octavio, posterior César Augusto del Imperio, se libraron de este “sambenito” en las páginas de la Historia. Ahora bien, en contra de la creencia equivocada, estos históricos citados siempre protagonizaban el papel del macho en estas cuestiones, jamás consentían ser ellos la parte receptora y pasiva. Aunque como dicen en mi tierra o, al menos decían, ahora ya no lo sé, “tan … es el que da como el que toma”. Y perdonen la camuflada grosería. Contra la creencia general, en Sodoma y Gomorra, no hubo castigo bíblico a la homosexualidad consentida de sus habitantes, sino a la impuesta por humillación o violación. Aclaración pertinente que a muchos sorprenderá. Que una cosa es hacerlo por devoción y otras ser obligado a ello. Todos al nacer, según Freud, presentamos una bisexualidad innata que puede activarse en una u otra vertiente, pero el verdadero origen de la homosexualidad, según los doctos sobre este tema, es difícil de precisar. Puede ser biológica, congénita, hormonal, por la conducta social que haya recibido el individuo durante su infancia y formación, el afán de experimentar nuevos cauces a la lujuria, etc. En la mayoría de los casos el protagonista de esta llamémosle desviación, sin ánimo de ofender, por favor, no ha tenido culpa, ni es responsable de su especial orientación. Cuarteles, cárceles, internados unisexo y cenobios son propensos a esta única experiencia sexual posible ante la ausencia de mujer u hombre, según los casos, y se adopta de una manera circunstancial que termina cuando desaparecen los obstáculos que la provocaron o se continúan voluntariamente si el sujeto ha encontrado nuevas opciones de aplacar su libido. Lo que sí se ha logrado es no considerarla enfermedad, como pretendían algunos. La Organización Mundial de la Salud en 1990 excluye a la homosexualidad del Código Internacional de Enfermedades y la Asociación Americana de Psicología lo hace asimismo al omitirla en su Manual de Trastornos Psicológicos, donde había figurado erróneamente. A lo largo de los años, los homosexuales han sido objeto de estudios, amenazas, anatemas y bendiciones, éstas últimas según hemos podido conocer en los ejemplos relatados con anterioridad sobre los grandes protagonistas de la Historia. En el Levítico, tercer libro del Pentateutico, dedicado a los ministros del culto y sacerdotes hijos de Aarón, se pide la condena a muerte y ejecución por sus propios familiares al que se acuesta con un varón igual a como uno se suele acostar con una mujer. Es decir que el compartir cama, sin sexo, no era penado con la muerte, según este libro. Hasta el siglo XVIII, ayer como quién dice, era la tortura y la pena capital en la hoguera la condena generalizada en los países europeos a estos individuos. Dos siglos después, el tristemente célebre Hitler, implantó con el nazismo su persecución y exterminio en los campos de concentración como hizo con los judíos, pero al igual que a éstos les obligó a colocarse una infamante estrella de David amarilla, bien visible sobre su ropa, a los homosexuales les obligaba a lucir un triángulo invertido de color rosa. De ahí que a la hora de elegir color y como homenaje a los “caídos por la causa”, los actuales hayan elegido ese color como distintivo. Nada más que opinar y comentar sobre este tema. Espero que si lo leen los de “The Quer Enquirer” (Disquisiciones de una marica catódica), término que debe agradarles y a mi me resulta despectivo, no vuelvan a confundir churras con merinas (no meninas que nada tienen que ver las protagonistas del famoso cuadro de Velázquez con esa raza especial de ovejas). Al que Dios se lo de, San Pedro se lo bendiga. Y allá cada cual con sus inclinaciones, sentimientos y maneras de enfocar la vida, que a mi ni me inmuta ni me sorprende viendo como anda el patio. Con tal de que no me salpiquen…
domingo, mayo 20, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario