miércoles, mayo 16, 2007

Responsabilidad de ZpM

jueves 17 de mayo de 2007
Responsabilidad de Zapatero

El presidente del Gobierno mantiene su confianza en un eventual final dialogado de la violencia, a tenor del discurso que pronunció en Vitoria ante sus compañeros del PSE y pese al horizonte pesimista que dibujan la pervivencia de ETA y la resistencia de Batasuna a acatar las reglas democráticas. Lo significativo de su intervención, con la que rompió el silencio que él mismo se había impuesto, no fueron los argumentos defensivos frente a las reiteradas acusaciones de tibieza que le dirige el PP, ni tampoco que fijara otra vez como premisas para un proceso de paz el abandono de las armas y el respeto a la legalidad. Lo más relevante fue, precisamente, que Rodríguez Zapatero incidiera en la estrategia de explorar una solución dialogada cuando ETA no ha dado ninguna muestra de pretender desarmarse y la izquierda abertzale continúa desafiando al Estado de Derecho, como ayer constató el Tribunal Supremo al impedir el registro como partido de ASB. El presidente ha vuelto a rescatar la convicción y el discurso personalista con los que se condujo a lo largo del fallido proceso que reventó el atentado de Barajas. Tanto si lo hace por convencimiento, como si alberga la esperanza de poder persuadir a la dirección etarra perseverando en una estrategia conocida, es la organización terrorista la que se obceca en cegar esa salida al insistir en la violencia y en la intimidación.Esta constatación agrava, en cualquier caso, la responsabilidad en la que podría incurrir el presidente si la banda continúa amedrentando a la sociedad democrática. La bondad que se presupone al compromiso de buscar la paz y la envergadura del reto no eximen a Rodríguez Zapatero del contraste con los hechos y de las eventuales explicaciones que éstos requieran. Porque la reiteración de actitudes que, aun pudiendo ser bienintencionadas, no se ven correspondidas por los acontecimientos puede acabar provocando consecuencias perniciosas o efectos contrarios a los que se persiguen. No es cierto, como ha vuelto a reprocharle Mariano Rajoy, que la impugnación selectiva de las listas de ANV fortalezca a ETA. Pero los mensajes ambiguos, las ausencias o la cuestionable fórmula con la que se han recurrido las candidaturas abertzales sí facilitan que Batasuna se escabulla de su propia responsabilidad y confíe en poder reactivar el proceso sin hacer «los deberes» que le exigió Rodríguez Zapatero en Vitoria. Por desproporcionadas que puedan parecerle las descalificaciones del PP, el presidente no debería situarse en una falsa equidistancia al repartir sus críticas entre los populares y la izquierda radical. El alejamiento entre su Gobierno y el principal partido de la oposición, reflejado una vez más ayer en el Congreso, alimenta la peligrosa certidumbre en ETA de que su sombra amenazadora le basta para zaherir al Estado constitucional y condicionar la alternancia política.

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