sabado 12 de mayo de 2007
A Zapatero le crecen los enanos
José Meléndez
A L circo que ha montado Rodríguez Zapatero, caótico, alocado, irracional, le están creciendo los enanos a razón de tres o cuatro centímetros por día; los equilibristas se pegan un batacazo tras otro; los payasos gimen y los monos le roban el bolso a las señoras. Porque es que al hombre no le sale una a izquierdas (que le saliera a derechas sería para él una ofensa imperdonable). Cuando parecían haberse apagado los ecos estridentes de la culminación del Estatuto de Cataluña, primera piedra de su colosal proyecto político, a la espera de que el Tribunal Constitucional diga la última palabra, sale Pascual Maragall de su tumba política y le dice que lo que debía haber cambiado es la Constitución porque el nuevo Estatuto parece no tener futuro tal como lo habían concebido. Y la piedra angular de su proyecto, la firma de la paz con ETA, en cuya consecución ha puesto todo su empeño, se le está convirtiendo en una pétrea mole insalvable por más que haya puesto en el menester todo un rosario de claudicaciones, mentiras y tretas para taparlas. De nada le han valido sus repetidas afirmaciones de que lo único que espera de ETA es que abandone las armas, el borrar de su vocabulario la palabra “terrorismo” cambiándola por “violencia”, el considerar un atentado como “un accidente”, el asegurar que su gobierno actuará siempre con la ley en la mano, el silenciar lo que ha tratado con la banda asesina en unas negociaciones que nunca ha reconocido por completo y el repetir que ETA-Batasuna no estaría en las elecciones municipales y forales del 27 de este mes. En el tortuoso y solapado discurrir de las negociaciones, se ha encontrado con que ETA y Batasuna, día a día, comunicado a comunicado, le recuerdan sus pactos, le amenazan y le exigen gestos que él, sumisamente, olvidando que es el presidente del gobierno de una nación cuya dignidad y derechos ha de defender, ha ido concediendo uno tras otro. Es el caso del pistolero De Juana, que doblegó al Estado con una dosificada huelga de hambre y ahora se pasea tranquilamente disfrutando de la belleza marinera de San Sebastián y dispone de dos habitaciones y cuatro camas en un hospital –cuando hay montones de enfermos en lista de espera- dos para él y su novia y dos para los policías que lo vigilan (o protegen) donde recibe a sus familiares y amigos con entera libertad. La realidad es que Zapatero no sabe que hacer con él, si enviarlo a su casa o retornarlo a la cárcel que es donde por ley debía estar. Y en esa duda, al pistolero se le conceden toda clase de privilegios. No falta mas que le traigan una araña brasileña por si sus inhibiciones gastronómicas le han dejado secuelas que su novia no pueda solucionar. El cumplimiento de las demandas de ETA-Batasuna para que las huestes de Otegui estén en las próximas elecciones, le ha supuesto a Zapatero un complicado ejercicio de ingeniería legal en el que, como siempre, han llevado ventaja los astutos abogados batasunos porque se encontraron con el regalo de que el gobierno no hizo lo que debía haber hecho desde un primer momento, que era la ilegalización del partido fantasma Asociación Nacionalista Vasca (ANV), perfectamente factible con la Ley de Partidos Políticos en la mano. Tanto la Fiscalía General como la Abogacía del Estado se limitaron a pedir la ilegalización de menos de la mitad de sus candidaturas, obligando así a la Sala 61 del Tribunal Supremo a dictar sentencia solo por lo que se la pedía. Y para rizar el rizo de los despropósitos y del afán de amortiguar el impacto público de las decisiones gubernamentales, ha pagado el pato la tonadillera Isabel Pantoja, que fue detenida con nocturnidad y llevada a la trena (ay pena, penita, pena) coincidiendo con la salida a la luz de la presencia de ETA-Batasuna en las elecciones y de un nuevo paseo de De Juana para ensanchar sus pulmones con la brisa salina que baja del Monte Igueldo. Una triste y rechazable cortina de humo, porque a la Pantoja se la podía haber citado con un simple oficio y hubiera salido del juzgado como salió, pero ahorrándose una noche en el calabozo. Las desdichas de Zapatero se suceden a velocidad de vértigo, Sabido es que el hombre no se distingue por sus cualidades de profeta. Mas bien al contrario, no da una en sus vaticinios. Le pasó en las elecciones de Estados Unidos al profetizar una victoria del demócrata Kerry, que resultó un aplastante triunfo de George Bush, le volvió a ocurrir con su amigo alemán Schroder, calificando de “fracaso” los resultados obtenidos por Angela Merkel y le ha vuelto a pasar con la socialista francesa Segolene Royal, batida en toda regla por Nicolás Sarkozy. El triunfo de Sarkozy representa una lección para el electorado español, donde todavía hay muchos que están sujetos a un atavismo ideológico que cada vez tiene menos cabida en la moderna concepción de la política. Sarkozy representa la ruptura de un pasado que había sumido a Francia en una profunda crisis en la lucha estéril de una derecha rancia y la demagogia izquierdista que surgió en la revolución del 68. Ese ha sido el talón de Aquiles de Segolene Royal, que, según el historiador francés Jacques Marseille, encarna todo el pasado, todo el arcaísmo y toda la demagogia de la cultura personal. El conservadurismo liberal de Nicolas Sarkozy ha sido tomado por los franceses como un soplo de aire nuevo sobre el que nosotros deberíamos reflexionar. Y donde los enanos de Zapatero se convierten en alevines de gigantes es el último escándalo que salpica a la Oficina Económica de la Moncloa y directamente al candidato socialista a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián. Aunque tanto Zapatero como sus leales portavoces y el propio principal afectado le echan la culpa al Partido Popular, como un disco rayado de cuyas vueltas no saben salir, el que destapó el escándalo no fue el PP, sino el hasta ahora presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Manuel Conté, nombrado para el cargo por el gobierno socialista y que el día de su dimisión denunció las presiones de la Oficina Económica de Zapatero, cuyo jefe a la sazón era Miguel Sebastián, la mayor de las cuales es un dossier que dicha Oficina entregó al vicepresidente del órgano supervisor, Carlos Arenillas –marido de la actual ministra de Educación- para activar la campaña contra el presidente del BBVA, Francisco González en una inadmisible prueba del intervensionismo del gobierno en las grandes empresas privadas. Este intervensionismo se ha ido poniendo de relieve en la actuación del gobierno primero en el caso Repsol, después en la opa de Gas Natural sobre Endesa, en los obstáculos que puso a la alemana E.On que mejoró las condiciones de la opa gasista, y el allanamiento del camino para que la empresa pública italiana Entel termine haciendose con el control de Endesa. Esa forma de actuar del gobierno es totalmente contraria a la ley del mercado y está causando un grave quebranto en las potenciales inversiones en nuestro país lo que, por si solo, justifica la denuncia que el PP ha presentado en el juzgado. Y para colofón, acaba de destaparse un escándalo de corrupción en el ayuntamiento socialista de Ibiza, con el agravante de que parece ser que esta vez no es fruto del doloso afán de unos munícipes hambrientos de dinero, sino que tenía la finalidad de financiar al PSOE ibicenco en las elecciones. Tampoco ha sido esta vez el PP el que ha levantado la alfombra, sino el vicepresidente del PSOE en Ibiza y una concejala que no pasó por el aro del soborno. Pero, hombre, presidente, ¿cómo quiere usted ganar unas elecciones con tamaña lista de desaguisados?. Ya sabemos todos que Zapatero es un hombre de suerte, de los que nacen con una flor en el trasero. Pero la suerte es un volátil concepto de ida y vuelta y con la misma rapidez con que viene, se va. Eso lo saben muy bien los tahúres y por eso los que ganan siempre son los casinos. En este caso solo basta que los electores se den cuenta de lo que vale su voto. Como ha ocurrido en Francia.
viernes, mayo 11, 2007
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