José María Aznar, el jarrón chino del PP
Pedro Vicente
17 de mayo de 2007. "Pepiño no me deja hacer campaña por España para explicar de qué va la Derecha", se ha lamentado Felipe González hace unos días durante un acto electoral celebrado en Leganés. Parece claro que a González el cuerpo le pide andar de mitines repartiendo estopa al PP, algo que, con buen criterio, los estrategas de Ferraz consideran contraproducente. Motivos tienen. Sin ir más lejos, en ese acto de Leganés, aprovechando la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que ordena repetir el juicio del "caso Marey", el ex presidente socialista puso una vez mas la mano en el fuego por sus amigos Vera y Barrionuevo. Resultado: La salida a escena del antiguo líder del PSOE no había servido más que para activar en la memoria de los españoles la etapa negra de los GAL. González definió hace tiempo la situación de los ex presidentes con una metáfora de lo mas acertada: "Somos como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños; no se retiran del mobiliario, porque se supone que son valiosos, pero están todo el rato estorbando". Así pues, sabe perfectamente que en Ferraz no sientan bien sus comparecencias públicas y menos aún en campaña electoral. Otra cosa es que le cueste trabajo resignarse al silencio. La fatídica foto de las Azores Algo muy similar ocurre en el círculo de confianza de Rajoy respecto a José María Aznar, con la diferencia de que en Génova nadie se atreve ni siquiera a insinuárselo. El protagonismo mediático de Aznar es para su partido bastante mas nocivo que el de González, no sólo porque su paso por el Poder está mucho mas reciente, sino porque el mayor fiasco de su mandato -la fatídica foto de las Azores- se mantiene vigente en tanto en cuanto continúa el desastre de Irak. La prueba de ello es que en la presente campaña electoral el PSOE ha vuelto a restregar al PP su apoyo a aquella guerra. Otra diferencia fundamental entre ambos "jarrones" es que mientras González es para todo el mundo un político plenamente amortizado, la sombra de Aznar sigue planeando sobre Rajoy, quien para muchos no ha conseguido desprenderse aún de la tutela de su antecesor. La influencia ideológica que ejerce la FAES sobre el partido y el papel de Ángel Acebes como máximo guardián de la ortodoxia aznarista contribuyen sin duda a extender esa impresión. A diferencia de Zapatero -elegido secretario general del PSOE en un congreso en el que la dirección apostaba por José Bono-, Rajoy, pese a haber sido refrendado en un posterior congreso, sigue arrastrando el estigma del "dedazo" con el que Aznar le designó previamente sucesor. Sin "pepiño" que le coarte Por todo ello, la incontinencia verbal de Aznar constituye todo un quebradero de cabeza para su partido. Reciente está la polvareda levantada por sus particulares puntos de vista acerca de las campañas de Tráfico contra el consumo de alcohol, declaraciones que le colocaban a él en la picota y en incómoda situación al PP. Y si unas palabras a los postres de un relajado almuerzo pueden originar una polémica de esa magnitud, lo que pueda salir de su boca al calor de un mitin electoral resulta como para echarse a temblar. Desgraciadamente para su partido, el Aznar que prevalece en la opinión pública es el amigo de Bush, el que se retrató en las Azores, el de las clases en Georgetown y el consejero del magnate Rupert Murdoch. Por si ello fuera poco, de vez en cuando aparecen en escena Alejandro Agag y las peligrosas amistades con las que viene trabando negocios desde que pasó por la vicaría del monasterio de El Escorial. Sin ningún "pepiño" que le coarte, Aznar ha decidido protagonizar antes del 27 de mayo varios actos electorales, el último de los cuales será en Madrid, donde apoyará a Alberto Ruiz-Gallardón y por ende a su esposa, Ana Botella, numero dos de la lista municipal y quién sabe si en el futuro candidata a la Alcaldía, o directamente alcaldesa, si el actual edil madrileño gana la batalla por la sucesión de Rajoy.
miércoles, mayo 16, 2007
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