jueves, mayo 17, 2007

Imanol Villa, El gran "Sarko"

jueves 17 de mayo de 2007
El gran 'Sarko'
IMANOL VILLA

Es tontería escandalizarse por las pequeñas vacaciones de lujo de Sarkozy. Jamás habló de hacer voto de pobreza ni de someterse a los apuros cotidianos de los miles de franceses corrientes y molientes que le han votado. Es un hombre de derechas, conservador convencido y orgulloso, que no usa de su vida para engañar. Le gusta vivir bien porque puede hacerlo. ¿Que se lo ganen los demás! Es cuestión de levantarse temprano todos los días, trabajar mucho y, claro está, valer para ello. Por eso no oculta a sus amigos empresarios, ni sus aviones privados, ni sus yates de lujo. No le hace falta mentir en eso. Como tampoco le hacía falta a Rajoy ocultar su sueldo. Él tampoco hizo voto de pobreza. ¿Por qué escandalizarse entonces? Si algo tiene la derecha es la virtud de no hacerle ascos a la riqueza ni al hecho de hacer gala de ella porque, siempre lo han dicho, el dinero llama al dinero y éste bien jugado produce riqueza en los lugares en los que ella gobierna. Lo del reparto de la misma eso ya es otra cosa.Tampoco han de extrañar los disturbios provocados por la victoria de Nicolas. Es una burda forma de protesta de todos aquellos que, por supuesto, no le han votado. Una manera un tanto bruta de manifestar una frustración que, en definitiva, no hace otra cosa que dar la razón a los que han apostado por el gran 'Sarko' que, por cierto, han sido mayoría. Toda una multitud de franceses -de los cuales los más ricos son una minoría-, a los que no les ha dolido en absoluto que Sarkozy se haya pasado el Mayo del 68 por el forro. Se ha cargado todo un hito histórico, una de las últimas revoluciones europeas, y no ha pasado nada. Muy necesitados tienen que andar los franceses para tolerar una infamia de ese tipo. Y es que Nicolas ha convocado a otra revolución. La de la seguridad, la del reordenamiento de un sistema que, a estas horas, no da para mucho más. Proclama la vuelta a la 'grandeur française', la recuperación del trabajo como vehículo del cambio y la proclamación de que Francia es una, grande y libre. Pero, sobre todo, lo que ven los franceses en ese hombre, que se la goza con sus amigos millonarios, es mano dura y seguridad. Por el contrario, lo que sí preocupa es el estancamiento de una izquierda que, lamentablemente, parece ser que no tiene nada que proponer. Está medio vacía de ideas, sin rumbo. Enferma de un descafeinamiento ideológico que la ha llevado a buscarse desesperadamente en el centro cuando todo el mundo sabe que el sitio de la izquierda es, precisamente, la izquierda. No ha sido culpa de Ségolène Royal tamaño despropósito. Es un mal de toda la izquierda europea. ¿A dónde va? Manzanas traigo, parecen responder. Así que, los franceses, que pueden ser muchas cosas pero no tontos, han elegido el único mensaje consistente por la seguridad y la decisión que aporta. ¿Supone esto que se han ido a la derecha? Simplemente quieren salvar lo que tienen y, aunque eso suponga olvidar el Mayo del 68, han entregado su alma al mejor postor. No hay que culparles por ello.

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