La cabrera y los cuarenta (¿sólo?) maricones
24 de Mayo de 2007 - 09:17:29 - Pío Moa
La ministra Cabrera (¡predestinado apellido!) tira al monte, y se propone mariconear a los niños como parte de su peculiar concepto de la educación. Nada más lógico. Un gobierno que colabora con los asesinos, los premia y los privilegia; el gobierno de un partido dominado por bandas de cacos aliados con las "civilizaciones", como gustan llamar a los tiranos más peligrosos para España, y con los grupos separatistas que odian a España y la democracia, ¿qué podía hacer en el terreno de la enseñanza? Pues transmitir sus "valores", para formar "ciudadanos" a su imagen y semejanza. En el lenguaje común, maricón no significa simplemente homosexual –o más bien un tipo de homosexual–, sino también persona indigna, abusona y corrompida, un poco como "cabrón". La descripción perfecta de un gobierno insondablemente miserable, en suma.
Miseria manifiesta también en el hecho de que para esa pornografía –liberadora y pedagógica a su progre entender– contratan a profesionales o recurren a dibujos. Pero ¿qué mejores profesionales que ellos mismos, esos políticos? ¿Por qué no salen en videos, folletos y páginas web fornicando unos con otros en las más diversas posturas, o con algunos animalitos, que también tienen derechos, los pobres? ¡Lo menos que puede pedirse a cabras y cabreros es que den ejemplo!
El gobierno se defiende arguyendo que el panfleto de la mariconería es obra del Comité Español de la Campaña Europea de la Juventud contra el Racismo, la Xenofobia, el Antisemitismo y la Intolerancia (uno de tantos montajes estafadores de los que viven unos cuantos aprovechados), y está "enlazado" desde la web del Ministerio, "al menos, desde 2001". Es decir, desde que gobernaba el PP. No me extraña. En el PP existe un ansia irrefrenable de demostrar que, puestos a ello, son más "progres" o más "avanzados" o más maricones, como se prefiera, que nadie. Solo hay que mirar a sus "nuevas (de)generaciones", sus estatutos autonómicos, algunos de sus mítines repletos de puterío o algunas de sus concejalas pornógrafas. Qué tiempos.
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Siguiendo con la analogía de la literatura: ¿puede la ciencia ocuparse de ella? Sin duda. Pero si lo hace con los criterios de la física o la biología tan solo llegará a la conclusión de que los relatos literarios son irreales. Conclusión para la que tampoco hace falta la física ni la biología. Con ese enfoque, el ciencista puede concluir fácilmente que la literatura va contra la razón y el espíritu científico, solo puede deformar la conciencia popular y debería ser proscrita, por razonables razones de salud pública, o relegada, en el mejor de los casos, a la esfera, lo más angosta posible, de lo privado. Más o menos lo que propone para la religión, y con razonamientos parejos.
La ciencia no puede tratar la literatura si empieza negando su pertinencia. Solo puede acercarse a su objeto reconociendo, precisamente, su pertinencia, su razón de ser. El lenguaje literario no es ni pretende ser científico, ni siquiera razonable. Pero, a pesar de ello y de su irrealidad, tiene un intenso poder sugestivo sobre la psique (el alma) humana. Las grandes obras literarias han ejercido una influencia extraordinaria y son veneradas a menudo como guías de la humanidad en un sentido difícil de definir, pero evidente. Este carácter de la literatura puede investigarlo la ciencia, aunque esta, seguramente, nunca podrá agotar el objeto literario.
De hecho existen muchas investigaciones e interpretaciones de la literatura desde la sociología y la psicología (en la medida en que estas puedan considerarse ciencias hoy por hoy). Sus resultados son más bien decepcionantes, pero probablemente irán mejorando. Siempre, insisto, que partan de aceptar la pertinencia del objeto de su estudio, en lugar de descalificarlo de entrada. Como hacen generalmente con la religión.
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