jueves, mayo 24, 2007

Jose Luis Bengoa Zubizarreta, Tramposa y ventajista

viernes 25 de mayo de 2007
Tramposa y ventajista

En el fragor de las reacciones contra las que han sido, de momento, las últimas declaraciones de José María Aznar, ha pasado casi por completo desapercibida la propuesta que lanzó al ruedo político, por las mismas fechas en que aquél se explayaba en sus obsesiones, Mariano Rajoy. Según él, y por alguna ignota especie de dignidad democrática, la alcaldía de las corporaciones municipales debería corresponder al partido más votado en cada localidad, aun cuando éste no obtuviera la mayoría absoluta. Él, al menos, se comprometía a respetar esta norma que él mismo se adelantaba a proclamar y renunciaba, en consecuencia, a gobernar allá donde el Partido Popular no obtuviera el mayor número de votos.Como cualquiera podrá descubrir si rasca un poco bajo su superficie aparentemente democrática, la propuesta, además de poco novedosa, es tramposa y ventajista. Nada hay, en primer lugar, de contrario a la democracia en el hecho de que, allá donde no se den mayorías absolutas de ningún partido, una coalición de éstos, formada en torno a un programa pactado, pueda gobernar una corporación local o una comunidad autónoma, dejando en la oposición al partido más votado. Tal coalición, además de representar a más ciudadanos, daría mayor estabilidad a los gobiernos locales y evitaría los sobresaltos que suelen padecer los ejecutivos minoritarios a lo largo de los cuatro años de legislatura. No tiene Mariano Rajoy más que mirar, para comprobarlo, a lo que ha ocurrido en Vitoria y en Alava, donde su partido, alzado a la presidencia de ambas instituciones -sin ser, por cierto, el más votado en una de ellas- con los votos prestados de los socialistas, pero sin haber cerrado con ellos pacto alguno de gobierno, las ha pasado moradas para llegar indemne al término del mandato.Pero, además de tramposa, la propuesta es, como decía, ventajista. No hace sino ocultar, bajo un velo de pureza democrática, las insuficiencias del partido de quien la ha presentado. Sólo puede ser hecha por alguien que se sabe incapacitado para pactar con ningún otro partido que no sea el suyo propio. Con ella, Mariano Rajoy se ha puesto la venda antes de que se le haya producido la herida. Quiere echar sobre las espaldas de los otros, imputándoles de antemano el presunto robo de las alcaldías que a su partido, por derecho propio, le habrían correspondido, la responsabilidad que a él sólo le incumbe por haber llevado a su partido al aislamiento en que ahora se encuentra.Sin embargo, no deja de haber algo de razonable en la propuesta de Mariano Rajoy. A veces, las coaliciones que se forman para gobernar las corporaciones locales no son garantía de estabilidad, toda vez que son más excluyentes que inclusivas. Las aglutina más el deseo de apartar al otro que la coincidencia en un programa de gobierno. El remedio estaría, más que en la propuesta de Rajoy, en el sistema electoral de dos vueltas. Pero quién se atreve a proponerlo en un momento en que, con éste de una, los ciudadanos están ya más que hartos de elecciones.

j.l.zubizarreta@diario-elcorreo.com

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