miercoles 1 de agosto de 2007
El aire acondicionado
POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE
Los dos lugares más fríos de nuestro planeta son, creo que por este orden, la llamada Bóveda A, en el lugar más alto de la Antártida, y algunas zonas habitadas del verano en la ciudad. Durante el mes de enero en la intemperie de Finlandia no se pasa tanto frío como ahora, por ejemplo, en un cine de Madrid o Barcelona.
Hay casas, taxis, lugares de trabajo y de ocio, restaurantes, hoteles o salitas de espera en las que tiritaría una foca, con el sustantivo detalle añadido de que a esos lugares se suele pasar de sopetón desde los treinta y cinco o cuarenta grados de la calle. Y sin zona de descompresión. Y sin tener a mano una casaca untada de grasa de ballena..., porque, lo normal es que en nuestras ciudades durante el mes de agosto salga uno de casa de cualquier manera, puede, incluso, que con una camiseta con alguna leyenda absurda y unos pantalones «pirata».
Pues así es, va uno boqueando como los peces en la pecera, le levanta la mano a un taxi, se sube en él y cuando cierra la puerta se percata de que ha de parar con su propio pecho una diferencia de veinte o treinta grados. O sea, que el que no enferma es porque no quiere. O porque es prudente, porque si uno va con un simple dolorcillo de garganta al médico, la espera en la antesala a temperatura de conservar bacalao hará que el dolor se extienda como una mancha de vino en una gasa. O entra a un restaurante con ganas de gazpacho; entre que le traen la carta, le ofrecen los aperitivos..., se pasa el tiempo y, cuando llega la hora de pedir, de su boca aterida sólo puede salir una palabra: consomé.
A aquéllos que les guste el calor, deberán esperarse hasta el invierno para disfrutar de él, porque en la ciudad, en agosto y con esta moda o «comodidad» de los aires acondicionados, estos días se han convertido en los mejores para estrenar el lote de bufandas anuales de los Reyes Magos.
miércoles, agosto 01, 2007
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