viernes 31 de agosto de 2007
El PSOE y ‘la mujer adúltera’ Lorenzo Contreras
Ya se da por seguro que Rosa Díez se lanza a la arena electoral y que, por tanto, en marzo se somete a una temeraria experiencia frente a Zapatero o, si se prefiere, frente al PSOE zapaterista. El ensayo de cambio de la situación en cuanto a la introducciñón de una nueva fuerza política en el marco de relaciones entre partidos, no causa, de entrada, ningún especial optimismo entre sus eventuales adeptos. Hay que tener presente que el electorado español es rígido. En España se votan marcas sobre todo, y mucho menos, o casi nada, ejecutorias políticas. Los programas inspiran poca fe o no interesan simplemente, y, en cambio, el clientelismo electoral se alimenta de una peligrosa inercia. No hace falta subrayar con ningún énfasis que Rosa Díez, si persevera en su aventura, tendría que luchar contra los elementos como la Armada Invencible frente a los ingleses. Los elementos son en este caso el ya citado clientelismo, un sensible grado de indiferentismo ciudadano y una importante ignorancia del peligroso trance que atraviesa la unidad de la patria. Queda flotando al fondo, tal vez, entre los españoles, un patrioterismo inoperante, pero nunca lo bastante un patriotismo sereno y eficiente. Un patriotismo que llame a las cosas por su nombre, que valore la esencia de los hechos y que, en consecuencia, sepa sentenciar frente a la certeza de los riesgos históricos que atravesamos.
Contra esos riesgos, que no hace falta detallar alza su voz la hasta ahora eurodiputada Rosa Díez, a quien los socialistas sumisos, cuya mayoria parece abrumadora, van a lapidar —ya han empezado a hacerlo— por “adulterio” político. Y no es fácil que aparezca nadie recordando a los lapidadotes que deben, por lo menos, guardarse las piedras para una ocasión más noble o para una causa que merezca la pena. Algo que difícilmente harían, siempre con la vista fija en las nóminas o el pensamiento en la comodidad de no tener que pensar demasiado.
Rosa Díez, la “mujer adúltera”, puede mirar a los ojos al batallón de sus ejecutores dialécticos, que no le resistirían un debate cara a cara. Ahora dicen estos pajarracos que la pecadora ha asumido el ideario del PP. O sea, que le atribuyen además un mero sentido de la imitación interesada. Por lo visto, la pura coincidencia en cuestiones elementales va contra el decálogo zapaterista. Para ellos hace mucho tiempo que dejó de tener vigencia el añejo aforismo según el cual la verdad es la verdad, aunque no la diga Agamenón.
Los miembros del Sanedrín zapaterista aseguran que la actitud de Rosa Díez es irrelevante. Y puede que lleven razón en eso. En su fuero interno están persuadidos de que sus clientes electorales no cuestionarán los errores del gran fariseo aunque estén convencidos de que, en efecto, son numerosos. Confían además en que el pagano de la aventura electoral de la pecadora sea precisamente, sobre todo, el mismísimo PP, la formación política que ha tenido la ocurrencia de introducir en su propio seno una polémica sobre el liderazgo de su actual presidente. Todo un gran sentido de la inoportunidad, cuando ZP, el gran veraneante de la política, ofrece flancos vulnerables que, según algunos iluminados, sabría aprovechar maravillosamente un tal Gallardón, ahora reforzado por el padrinazgo del fundador del partido, el insigne Fraga.
Entretanto, en la España de los incendios, no todos ellos forestales, renace una cierta unidad general gracias a la muerte del futbolista Antonio Puerta, algo que el malogrado jugador sevillista jamás habría imaginado. Pero no todo es unidad en lo deportivo. Ahí tenemos a Cataluña compitiendo oficialmente, con marchamo de estado, en un campeonato mundial de fútbol-sala. Ahora bien, eso es todavía mínimo. Ya vendrán otros mundiales, y no de sala, para que nos enteremos, mientras entierran políticamente a la pecadora Rosa Díez.
viernes, agosto 31, 2007
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