jueves 30 de agosto de 2007
Pere Navarro, el ‘Gran Hermano’
Wenceslao Pérez Gómez
D ESDE que llegó a la Dirección General de Tráfico el ínclito Pedro Navarro, también conocido como Pere Navarro, los detectores de la velocidad de los automóviles que circulan por las carreteras españolas, conocidos como radares, han proliferado como las flores en primavera. No se colocan en lugares donde puede existir peligro de accidente, sino en sitios estratégicos en los que el riesgo de siniestro es mínimo, debido a la excelente visibilidad existente, al flujo de circulación, etc., como es el caso de las rectas de la Mancha en la A-4 u, otras similares en diferentes vías. Aquí de lo que se trata es de recaudar, no de proteger a los automovilistas. Si los radares fijos y móviles han aumentado en nuestras carreteras -y aumentarán más en los próximos meses-, la obsesión enfermiza por la limitación de la velocidad que tiene el responsable de DGT, llega a su máxima expresión con el anuncio de la colocación de radares en helicópteros para controlar un mayor número de vehículos que sobrepasen la velocidad permitida, con lo que la DGT se convierte en productora de capítulos de “Gran Hermano”. Sin embargo, a los que corresponde controlar la circulación de nuestras carreteras, los agentes de la Agrupación de la Guardia Civil de Tráfico, no se les ve. No es que estén “escondidos”, no, es que no están y, ya se sabe que, sin un conductor ve a una pareja de la Guardia Civil en la carretera, instintivamente levanta el pié del acelerador. Según datos del propio Ministerio del Interior, la plantilla de la Asociación de la G.C. de Tráfico, cuenta con 8.894 agentes y a cada uno de ellos, en operaciones de salida o regreso de vacaciones de Semana Santa o de verano, le toca controlar a cerca de 5.000 vehículos. Pero, una cosa es el número de efectivos con que cuenta la plantilla y otra, los que verdaderamente están presentes en las carreteras, que no son todos. Con el pretexto de reducir el número de accidentes de circulación y de fallecidos en ellos, se crea el carnet por puntos, se inundan las carreteras de radares y, ahora, se pone en marcha esta nueva manera de vigilar al conductor. Pero, lo que no se hace es eliminar los puntos negros; armonizar los límites máximos de velocidad a la categoría y condiciones de los viales; revisar la señalización, tanto vertical como horizontal y acondicionarla a las circunstancias actuales para una mejor lectura y comprensión; mejorar el pavimento y crear áreas de descanso, entre otras medidas. Se puede argüir que todo ésto, no es competencia de la DGT, pero sí desde ese organismo se debe instar a que lo haga “quien corresponda” en aras de una mayor seguridad vial. Por último, la educación y la concienciación sobre la responsabilidad de los conductores, deberían ser dos elementos fundamentales a tener en cuenta para esa reducción de la siniestralidad. No todo es erigirse en un “Gran Hermano” e infundir el miedo a la sanción o a la retirada de puntos.
jueves, agosto 30, 2007
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