viernes, agosto 31, 2007

Primo Gonzalez, Trichet, Bernanke y Sarkozy

viernes 31 de agosto de 2007
Trichet, Bernanke y Sarkozy Primo González

Resulta llamativo el activismo monetario que está desarrollando en las últimas semanas el presidente de la República francesa, Nicolás Sarkozy. No hay semana, incluso días alternos, que deje pasar la ocasión para lanzarle alguna puya con el indisimulable propósito de pararle los pies y condicionar su libertad como máximo responsable del independiente (¿?) Banco Central Europeo. Menos mal que Jean-Claude Trichet es francés y se le supone por ello un grado de arrogancia que en nada debería envidiar al del recién llegado presidente de la República.
Entre las diversas invectivas que le ha lanzado en las últimas semanas hay una que resulta especialmente interesante, aquella en la que Sarkozy se ha permitido comparar a las autoridades monetarias de Estados Unidos y de la Unión Europea. Ha venido a decir Sarkozy (y su ministra de Economía parece haber sido en ello la inspiradora) que el señor Bernanke, el responsable del banco central americano, está siendo un ejemplo de flexibilidad y de corrección en su actuación. Lo decía pocos días después de que la Reserva Federal (que no ha movido los tipos de interés en medio de la actual tormenta) bajara en medio punto, de forma ocasional, los tipos de interés de una de las intervenciones de préstamo de liquidez a los bancos americanos.
Habría que darle una cierta pensada a la actuación de las autoridades monetarias y financieras de Estados Unidos en relación con la crisis de las hipotecas basura, que ha estado a punto de exportar a medio mundo, provocando una crisis financiera global que, por fortuna, parece a estas alturas bastante limitada al propio sistema bancario norteamericano. Tomar como ejemplo a la Reserva Federal como organismo emblemático en el manejo de las crisis financieras es, precisamente en este caso de las hipotecas basura, una más que discutible valoración. Sobre todo en esa vertiente que los bancos centrales deben cuidar tanto, la de procurar vigilar y corregir los problemas de salud de las entidades que operan en el país y en las que los ciudadanos tienen depositada su confianza. Los bancos centrales no sólo sirven para emitir dinero y para velar por la estabilidad de precios. Las Constituciones les otorgan también funciones muy delicadas en lo que atañe a la supervisión y control de los agentes que operan en el mercado financiero.
En la mejor de las valoraciones, si a alguien se le han colado los problemas sin haber tenido la perspicacia suficiente para impedirlo es a la Reserva Federal de los Estados Unidos, cuyas capacidades regulatorias y cuyos buenos oficios para detectar primero y limitar después las malas prácticas de algunas entidades financieras nacionales se ha demostrado enormemente vulnerable. A estas alturas, el señor Bernanke debería estar (probablemente es lo que estará haciendo) revisando a fondo toda la batería de instrumentos de supervisión a su alcance para frenar el coladero abierto en el sistema financiero norteamericano, que se ha dedicado alegremente a prestar dinero a gente con muy baja solvencia, incluso prestando con periodos de carencia de hasta dos años, que impiden, o al menos dificultan, la posibilidad de detectar los problemas de solvencia y capacidad de pago a su debido tiempo. Si algo ha quedado en entredicho en esta crisis son las prácticas bancarias de una parte del sistema financiero norteamericano y, desde luego, el buen oficio de los supervisores. Es decir, de la Reserva Federal.
¿Sería posible una crisis de las hipotecas basura en Europa? ¿Sería posible en España? Hay que reconocer que en este mundo todo es posible y que el entorno macroeconómico (empleo, niveles salariales,...) constituye un caldo de cultivo que ha de tenerse en cuenta a la hora de contemplar supuestos e hipótesis que afecten de pleno a los sistemas financieros. Pero la crisis de las hipotecas basura ha aparecido en la economía norteamericana en unos momentos de casi pleno empleo y crecimientos del PIB que oscilan entre el 3% y el 4%. No existía por lo tanto el “contexto” que explicaría la mala salud de los activos bancarios.
Estamos, por el contrario, ante un problema de baja calidad de la supervisión y de deficiente funcionamiento de los sistemas de detección de las malas prácticas bancarias, asuntos ambos que en Europa, en donde los bancos centrales tienen una buena y merecida fama de eficientes y rigurosos, se hubieran producido con bastante menor probabilidad. De hecho, los casos de contaminación europea o de prácticas similares que se han detectado en estas semanas han sido mínimos y casi siempre en la periferia del sistema, es decir, en entidades financieras que no están directamente sometidas a la disciplina de los reguladores.

No hay comentarios: