viernes 31 de agosto de 2007
La murga del chavismo alcanza a Chile José Javaloyes
Que la policía de un Gobierno socialista como el de Chile agaville 400 detenciones al cabo de una manifestación ilegal en las calles de Santiago, en protesta contra “la política neoliberal”, orienta sobre la longitud de onda del populismo chavista en el hemisferio hispanoamericano. La revolución bolivariana, con su menos que encriptado castrismo, parece empeñada aun en cabalgar la cordillera andina, impasible ante el fracaso de su patrocinado Ollanta Humala en las últimas elecciones peruanas, y ajena ante el ridículo internacional cosechado con el reparto de propaganda enlatada tras el catastrófico terremoto de Pisco.
Como si la historia insistiera en repetirse, tras de la ruinosa injerencia del Comandante Castro en la aventura socialista de Salvador Allende —que aliado electoralmente con la Democracia Cristiana de Radomiro Tomic proponía, con su Unidad Popular, hibridar el totalitarismo económico del reparto con la libertad política de la democracia occidental—, el albacea venezolano del comunismo cubano parece haber propiciado las condiciones para que se le mueva socialmente la silla al Gobierno de la presidente Bachelet, nada afecta, al contrario que el argentino Néstor Kichner (“Ernesto” para el presidente Rodríguez), a las retóricas del cambio continental financiadas con la petrochequera del caudillo bolivariano.
Consciente de la dureza del hueso chileno, el más que presunto inspirador de la gran movida sindical contra el modelo chileno —o filo-norteamericano si se quiere, de la Escuela de Chicago—, podría haberse estirado lo suyo en la financiación de este desafío social sin precedentes al Gobierno de Bachelet. Parece lo más razonable pensar, sin embargo, que el esfuerzo será finalmente baldío, pese a los previsibles coletazos que son de esperar, tanto por el golpe recibido en el cuello, durante la manifestación, por un senador que andaba por allí, como lo sucedido también a un laureado poeta en la misma desordenada circunstancia.
De todo el mundo hispanoamericano, incluido el México del presidente Calderón, al que las izquierdas todas no le admiten lo ajustado de su victoria electoral, es Chile la nación que con mayor brillantez ha cubierto las condiciones que llevan a consolidar los niveles de desarrollo económico. Aunque socialmente subsistan en la patria de Pablo Neruda problemas significativos de marginación, especialmente entre la población amerindia. Y es justamente por ahí por donde pretende abrir brecha el delegado propósito chavista, que tiene tomado del Comandante de La Habana el truco dialéctico de reemplazar como referente revolucionario al proletariado por el indigenismo.
Tal parece el hilo por el que el chavismo quiera meter baza en las cosas de Chile a través del sindicalismo, de semejante modo a como quiso hacerlo electoralmente en las cosas de Perú. El presidente venezolano tiene en sus sueños hemisféricos de gloria revolucionaria el propio Ande como marco de referencia. Pero, ciertamente, nada tiene que ver este Chile de la socialista Bachelet con el Chile del socialista Salvador Allende. Tampoco con el Ecuador de Rafael Correa o con la Bolivia de Evo Morales, ni con la Nicaragua del resucitado Daniel Ortega. En ciertas cosas todavía hay clases.
jose@javaloyes.net
viernes, agosto 31, 2007
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