miércoles, junio 06, 2007

Primo Gonzalez, Lo que queda de Zapatero

miercoles 6 de junio de 2007
Lo que le queda a Zapatero Primo González

La suma de contrariedades que se han cruzado en el camino de Rodríguez Zapatero en las últimas semanas puede convertirse en un obstáculo insalvable para llevar a feliz término esta Legislatura. En el corto espacio de unos cuantos días, el Gobierno se ha encontrado con una severa derrota electoral en algunos feudos de importancia mayor (sobre todo Madrid y Valencia), con un complejo panorama de alianzas en lugares clave como Navarra y Canarias en donde no le va a resultar llegar al poder y menos aún disfrutarlo con soltura.
Y, ahora, el duro golpe, no por esperado menos tremendo, del fin oficial de la tregua de la banda ETA. Ello sin contar con el envenenamiento de alguno de los mencionados quebrantos, como por ejemplo la alarmante falta de cohesión que denota la Federación Socialista Madrileña, en donde el clamor revisionista del modo de gobernar de Zapatero puede pasarle una pesada factura puertas adentro. Es difícil no ver en el desarrollo de la crisis interna de los socialistas de Madrid una especie de germen de una enfermedad más extendida que puede alcanzar a amplios estratos de la militancia socialista. Navarra, sin ir más lejos, ofrece un espectáculo de división interna realmente preocupante para el líder socialista.
Sólo la economía parece salvarse, aunque tampoco sin gran ventaja, del diagnóstico general manifiestamente negativo aunque, en donde no había problemas, el actual presidente se ha esmerado en crearlos, con las opas de Endesa y la calamitosa trayectoria de una de las instituciones más importantes del entramado económico, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que se ha sumado a la polémica gestión de la ya tristemente célebre Oficina Económica del Gobierno. Esta última, cuyos objetivos fundacionales no quedaron muy claros en su momento fundacional, parece haberse convertido en un cadáver institucional. Cuando menos, nadie se ha esforzado en explicar qué funciones desarrolla y qué objetivos ha logrado alcanzar a lo largo de estos tres años de existencia, y a nadie se le pasa por la cabeza la idea de atribuirle a la Oficina el mérito de haber gestionado el éxito de la trayectoria económica del país.
¿Seguirá aportando, a pesar de ello, la economía los únicos puntos de apoyo medianamente sólidos a la gestión del Gobierno? La evolución del ciclo económico parece concederle al actual Gobierno un cierto margen de tranquilidad que, puesto en dimensión temporal, podría llegar a un año más de bonanza o incluso algo más. Ello no va a impedir que en los próximos meses se empiecen a observar (algunos ya son visibles) ciertos síntomas de desgaste en el estilo de crecimiento que ha llevado en los últimos años la economía española.
Viendo estos días las cifras del paro, algunos analistas han llegado a la conclusión (quizás en un exceso de celo) de que la economía española sigue creando empleo gracias a que se ha producido un cambio en la dinámica del mismo, que ya no descansaría en exclusiva sobre el sector de la construcción sino que la industria estaría tomando el relevo. Dicho de otra forma, una lectura, quizás demasiado piadosa, de las cifras de paro permitiría atisbar la conclusión según la cual la dinámica de creación de empleo mantendría todo su vigor aún en el caso de que la construcción dejase de ser el motor básico de la economía. Parece una tesis algo atrevida, ya que no se ve por ninguna parte el vigor industrial que respaldarían estas apreciaciones. Más aún, España está en fase de merma, aunque lenta, de su capacidad industrial debido a los bien conocidos problemas de deslocalización, que casi a diario asaltan las páginas de los periódicos. Lo de Delphi no es más que un modesto ejemplo.
Si Zapatero puede estirar la duración de la actual legislatura hasta su finalización natural (marzo de 2008), la economía podría ser su principal aliado. Los demás elementos parecen haberle cerrado el paso y quitado la razón, aún sin conocer la decisión del Constitucional sobre el Estatuto catalán. Pero con la economía no habría que estar confiados en exceso. El fin de la tregua de ETA puede ser, en sí mismo, un peligroso e inquietante argumento de riesgo empresarial, en especial en el País Vasco. Los empresarios se habían acostumbrado a vivir sin el riesgo de ETA, que ahora reaparece, justo cuando el ciclo económico parece asomar sus primeras dificultades. Una de ellas, los tipos de interés al 4% esta misma semana.

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