viernes 1 de junio de 2007
ABN, solo o a trozos Primo González
La abundancia de liquidez que existe en los mercados del dinero está acelerando la fiebre de compras, fusiones y reorganizaciones empresariales en casi todo el mundo, pero particularmente en estados Unidos y en Europa. España está metida de lleno en este tablero que se juega a escala mundial. Varias empresas de la primera fila del Ibex 35 se encuentran estos días sumergidas en plena vorágine corporativa: el Santander y Telefónica como compradores. Iberdrola, Iberia y Altadis, como presas posibles. La colección es de auténtico lujo y no tiene precedentes en la historia empresarial española. Dado que vivimos un momento histórico por este motivo, no es de extrañar que el Ibex 35 se haya posicionado este jueves en máximos históricos.
Tal es el ritmo que algunos cambian de bando en cuestión de días. Es el caso de Iberdrola, que era compradora (y se supone que no ha dejado de serlo), cerró su operación con Scottish Power, aumentó de volumen de forma considerable y acaba de ingresar en el club de los posibles candidatos a una compra, un club del que posiblemente nunca ha salido. Iberia, por ejemplo, cansada de analizar y sopesar ofertas de compradores ha empezado a decir que tiene dinero suficiente en el bolsillo como para salir de compras. Entonces, ¿por qué está en el lado de los candidatos a la venta? Hay bastante lógica en muchas de las operaciones en marcha pero a veces también se pueden contemplar actitudes que mueven a la perplejidad, incluso para quienes no estamos en el secreto de estos movimientos.
Pero de todas las operaciones en curso, la que realmente llama la atención, por su carácter precursor y desde luego por su envergadura, es la compra (más bien se podría decir desguace) del ABN holandés, un banco venido a menos del que se han encariñado varios colegas internacionales, unos ingleses, otro español, otro belga. Cuatro candidatos en total, aunque tres de ellos (y esta es la novedad) unidos en un mismo proyecto de compra, que previamente han diseñado con cuidado para repartirse las unidades que más interesan a cada uno y convertir así la gigantesca compra en una operación más digerible para cada uno de ellos por separado.
De los tres bancos, dos se conocen bastante bien (Santander y Royal Bank), no en vano han recorrido de la mano un largo trecho en los últimos años, antes de que el Santander entrara en el “territorio natural” del otro, el mercado británico, con la compra de Abbey, lo que precipitó la separación, amistosa en todo caso. La estrecha relación entre los dos bancos y debido ser decisiva a la hora de juntar sus intereses en la formalización de una oferta en la que cada uno se lleva lo que le interesa.
El gigantismo de la operación de compra de ABN ha disparado la imaginación de los analistas porque, después de una compra así, que parecía inasequible para casi todo el mundo, ¿qué hay ya que no sea posible? Basta unir a un grupo de entidades con liquidez, acceso al crédito y ganas de crecer para abordar operaciones de cuantía muy superior a la que nunca hubieran soñado. El volumen de ABN es poco menor que el de cada uno de sus compradores, pero como estos no quieren más que una parte de ABN, la compra resulta mucho más asequible.
Ello explica por qué el consorcio de los tres bancos ha podido pagar más por ABN vendido a trozos de lo que había ofrecido Barclays (y que todavía ofrece) por la compra completa del banco holandés. Cada uno de los tres compradores parece en condiciones de sacar más ventaja y más rentabilidad a lo que compra, tras haber apartado lo que no le interesa, que Barclays, que quería comerse la pieza entera. La operación abre, por ello, vías inexploradas hasta la fecha en los movimientos corporativos internacionales y puede representar el comienzo de una nueva carrera, en la que los objetivos de compra pueden llegar a ser bastante más ambiciosos que hasta la fecha, no sólo en el terreno bancario sino en otro tipo de actividades, tanto industriales como del sector servicios.
viernes, junio 01, 2007
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