viernes 1 de junio de 2007
La ONU dividida, ¿cómo no?, ante el ‘tribunal Hariri’ Inocencio Arias
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó el miércoles finalmente la creación de un tribunal especial para juzgar a los responsables del asesinato en el Líbano del primer ministro Hariri. Como se recordará, Hariri, un sunita millonario y popular, había sido primer ministro de su país de 1992 a 1998 y de 2000 al 2004. Recién dejado el poder fue asesinado en un elaborado atentado con un camión con explosivos en el que perecieron otras veinte personas.
Muchas pistas apuntaban a la responsabilidad de altas esferas sirias y la indignación popular e internacional fue ruidosa. Las tropas sirias que ocupaban parte del país se vieron obligadas a marcharse y el asesinato tuvo un efecto inesperado, sirvió para parchear las relaciones entre Francia y Estados Unidos, muy deterioradas después de la intervención en Iraq. Hariri era apreciado en Francia y amigo de Chirac. París y Washington se mostraron activos en que el hecho no quedara impune.
La resolución del Consejo de Seguridad ha salido con diez votos, uno más de los necesarios, y cinco abstenciones, Rusia, China, Indonesia, Qatar y Sudáfrica. La abstención de Pekín oculta un escasamente velado desacuerdo con la decisión: hubiese sido un poco fuerte vetarla; pero China, sin querer percatarse de que el Gobierno legítimo del Líbano apoya totalmente la creación del tribunal, cree que es un mal precedente porque el tribunal contituiría una injerencia en los asuntos internos de un país. Rusia también hace remilgos. En una Conferencia de prensa con Condoleezza Rice, el ministro de Exteriores Lavrov se quejó de que Estados Unidos y Occidente envíen armas al Gobierno libanés en un momento delicado en la zona (enfrentamiento del Ejército libanés con un grupo extremista...). Rice ha contestado que estaban ayudando al Ejército libanés, que es “una institución nacional que viene defendiendo la integridad y soberanía del país”.
Los impulsores, nacionales o internacionales, de la creación del tribunal se debatían entre dos estados de ánimo: olvidar un monumental y criminal atentado en el que se intuye una mano extranjera o tratar de descubrir a los culpables a riesgo de hacer brotar el descontento de un sector de la opinión libanesa (Hamas, ciertos elementos chiitas...). En Beirut hubo anoche fundamentalmente manifestaciones de alegría, pero ya los medios de información cercanos a Hamas, con el desparpajo que fuerzas políticas de muchos países califican las decisiones de la ONU que les desagradan, ha tachado la resolución de “ilegítima e ilegal desde el punto de vista nacional e internacional”. Otro periódico afín recurre a una satanización que le será rentable: la resolución va a permitir “que Washington interfiera directamente en la política libanesa”.
En resumen, que la haya aprobado el sacrosanto Consejo, aun con abstenciones, es baladí; que Francia y otros países sean decididamente partidarios es irrelevante, lo que cuenta es que la perversa Administración americana la apoya. Esto, a ojos de muchos, la hace sospechosa. Así está el mundo.
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