miercoles 6 de junio de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIn FILTRO
Una cuestión de cortesía
Todo el mundo da por hecho que socialistas y nacionalistas renovarán el pacto de gobierno en los municipios con mayorías relativas suscrito en 1991, que hunde sus raíces en los firmados en el Hostal en abril de 1979, cuando la práctica totalidad de las fuerzas de izquierda ensayó, con desigual fortuna según la zona geográfica y el percal humano, un acuerdo para arrebatarle a la derecha el mayor número posible de alcaldías.
Pero, sobre todo, el pacto lo dan por hecho Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana. Las dos cabezas que rigen los destinos de la coalición bipartita que gobierna en la Xunta. Ambos comparten la pretensión de aprovechar los resultados de las municipales para fortalecer el bipartito de cara a las próximas elecciones autonómicas, aunque luego cada uno haga sus cuentas y maneje los hilos del poder como mejor le convenga. Además, fortalecer al bipartito lleva consigo en este caso un debilitamiento del poder de los populares, cuyas expectativas de convertir sus mayorías relativas en poder efectivo son muy escasas, por motivos ya suficientemente conocidos como para insistir en ellos.
Previsiblemente, a partir del día 16 los populares serán mucho más conscientes de las consecuencias que se derivan de carecer de una estrategia de alianzas -por tanto, de potenciales aliados- que les permitan convertir en una ventaja las mayorías relativas, en vez de en un inconveniente, como les sucede ahora y les seguirá sucediendo mientras los factores que las determinan sean los mismos. Resulta inevitable que una vez configurado el mapa del poder local y provincial en Galicia, surjan voces en el PPdeG que exijan un análisis crítico y mucho menos complaciente que el que sus líderes hacen delante de los medios de comunicación. A veces con alusiones a los grandes éxitos de Madrid y Valencia, que malamente disfrazan la dureza del golpe recibido en Galicia.
Estos día ya han surgido algunas acusaciones dirigidas a personas concretas, sobre todo a Francisco Cacharro Pardo, al que pretenden responsabilizar de los malos resultados cosechados en la provincia de Lugo. Sin embargo, no ha sido Cacharro el único que adoptó una actitud de "deslealtad" con el PPdeG, hay otros personajes que sin insinuarse tan claramente como el histórico barón tuvieron un comportamiento rayano en el boicoteo de las candidaturas populares, por haber sido excluidos de ellas.
Los populares están en tiempo de comprobar la veracidad del aserto: la oposición une menos y desgasta más que el poder. Tal y como están las cosas, quizá no le quede más remedio a Alberto Núñez Feijóo que iniciar un proceso de reajustes y reformas, avaladas democráticamente por la bases, que renueven las estructuras de poder interno del PPdeG, con una atención muy especial a las juntas locales. Pues es a ese nivel donde se han afincado ciertos núcleos blindados de poder que han convertido sus cargos públicos en el trampolín de negocios personales y/o familiares.
Por lo demás, el encuentro de Feijóo con Quintana no pasará de ser una cuestión de cortesía, y alimento perecedero para una comidilla política de escasas luces. El alcance de los acuerdos políticos se forja en la fragua de quienes en estos momentos detentan el poder: Quintana sabe que su socio es Touriño, y están condenados a entenderse.
miércoles, junio 06, 2007
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