miercoles 6 de junio de 2007
POR XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
El póker de la gran coalición
Una de las frases que más cundió al filo de la madrugada del 27-M se debe a los asesores áulicos del joven Quin: "Valen más dos concejales en el poder que cuatro en la oposición", venía a ser el mensaje que Anxo Quintana, como quien siembra esperanzas, distribuyó sobre la azarosa fronda humana del Benegá.
Enseguida le tomaron la palabra y, a partir de ahí, la cosa se convirtió en una sentencia que obligaba a los nacionalistas a pisar el acelerador.
De entrada, la frase lleva implícito el reconocimiento de una derrota. Pero el mismo tiempo lleva aparejada la posibilidad de endulzarla con una cuota de poder a mayores; una cuota que antes no disfrutaban los lanzarotes de la gran coalición en los municipios y que ahora constituye la leche y la miel sobre la tierra después de la batalla.
De lo que se trata, pues, es de hacer realidad esa compensación por la pérdida de apoyos ciudadanos. Y a ella sólo se llega mediante la ganancia de poltronas, que son algo así como el valor añadido del esfuerzo electoral realizado durante la campaña más tensa y a menudo ácida de cuantas hemos vivido en este país en las dos últimas décadas. A cara de perro, en ocasiones.
Quintana necesita presentar un balance muy satisfactorio: no sólo positivo, sino incluso apoteósico ante los ojos de la asamblea nacionalista, a la que convocará en cuanto los suyos hayan alcanzado los acuerdos que estos días intentan pergeñar con el PSdeG-PSOE y se hayan constituido formalmente las nuevas corporaciones locales.
Será entonces cuando el alaricano piense estar en condiciones de calmar los ánimos de quienes, tanto desde la Unión do Povo Galego como desde los ámbitos relegados al silencio y al exilio interior, comienzan a sospechar que tal vez no haya sido un gran negocio el haberse instalado en San Caetano, mano a mano con los españolistas del PSOE. Sobre todo porque, a juicio de los críticos a la gestión del joven Quin, el Benegá parece estar condenado a asistir al progresivo ascenso de las expectativas electorales de los socialistas, con Emilio Pérez Touriño al timón de una nave que ya navega a velocidad de crucero mientras los remeros de la gran coalición aún no han superado la fase de calentamiento.
De esa necesidad, que no es otra que la supervivencia a medio y largo plazo de Quintana al frente del nacionalismo, ha surgido esta especie de partida de póker en la que los faroles se han adueñado de la mesa. Sólo así, debido a la urgencia y a los problemas interiores del alaricano, sólo así se explica que en ciudades como Lugo -donde el barbado y cordial socialista Clemente López Orozco ha salido del 27-M al borde de la mayoría absoluta- los esforzados y archiminoritarios arqueros del Benegá exijan para sí una especie de vicealcaldía que, como vindicación a todas luces desproporcionada, todo el mundo se tomaría a broma en condiciones normales. Y algo parecido sucede en A Coruña, donde Javier Losada, sucesor de Paco Vázquez en el Cantón, no acaba de hacerse a la idea de Henrique Tello ejerciendo el virreinato de la ciudad.
COMISIÓN DE COMPOSTELA
¿Un corazón nacionalista vale por tres?
Hay más ejemplos, pero todos conducen a la misma idea, ya expuesta con éxito de audiencia por el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo. En pocas palabras: que el ansia de poder de los alcaldables socialistas le ha abierto el apetito al Benegá, reabriendo la vieja y elitista tesis que afirmaba que el corazón de un nacionalista valía por tres de los demás. El resultado final es la puja al alza que don Alberto ha denunciado y que la Comisión de Compostela se empeña vanamente en disfrazar .
miércoles, junio 06, 2007
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