miércoles, junio 27, 2007

Luis Pousa, El contraste con lo otro

miercoles 27 de junio de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
El contraste con lo otro
El desencuentro entre José Clemente Orozco y Xosé Anxo Laxe continúa y pone de manifiesto que las distancias entre ambos, lejos de recortarse, aumentan. Aumentan y se hacen rocosas por añadidura.
Hasta tal punto han llegado las cosas que, aún admitiendo que la política da imprevistos saltos y tumbos y quienes anoche eran enemigos irreconciliables por la mañana desayunan juntos y comparten la mantequilla y la mermelada como si no hubiera pasado nada entre ellos, les resultará difícil conciliar el plano personal de los sentimientos profundamente encontrados con el de las necesidades políticas de visualizar en Lugo el pacto entre socialistas y nacionalistas, firmado en Santiago y para toda Galicia por Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana. Hace falta mucha capacidad de sacrificio y disponer de una infinita paciencia para, sin dejar de hacerle los honores a la astucia, anteponer los intereses colectivos, llámense razón de Estado o algo parecido, a los intereses individuales más primarios e imperativos.
Da la impresión de que Orozco y Laxe se sienten más a gusto enemistados que amigados. Ese es el estadio en el que su rivalidad se hace más impúdica y vistosa, y en el que los dos mejor disfrutan de sus mutuas desavenencias. Lo que ocurre es que, trascendido el territorio del ego, ese ambiente de rechazo se ha ido extendiendo a las delegaciones de las dos partes negociadoras, con lo que más que dos partes negociadoras se empiezan a perfilar dos bandos. Son ellos mismos los que con su empeño en manifestar maneras y gestos de adversarios han conseguido trasladar hacia fuera esa sensación. Y es muy probable que tal imagen se haya difundido por toda la ciudad, y empiece a tomar cuerpo entre los lucenses la idea de que casi es mejor que se queden como están ahora, a oficializar en un acuerdo la demencia de que serán unos socios mal avenidos.
Este drama político tiene ahora mismo un beneficiario. Al popular Joaquín García Díez le han puesto las cosas quizá mejor que dicen se las ponían a aquel rey absolutista. Que el panorama en el consistorio lucense sea el que socialistas y nacionalistas quieren que sea no es mérito suyo, pero sí lo es, en cambio, garantizar los sueldos del grupo municipal popular y, al mismo tiempo, transmitir el mensaje de que su manera de controlar al alcalde y su equipo, de hacer oposición, vamos, estará presidida por el sentido común y la responsabilidad de que el Ayuntamiento de Lugo sea un barco gobernable. El contraste con lo otro es visible y meridiano desde cualquier punto del ágora.
García Díez asume el papel de oposición, pero no de oposición para llevarle la contraria a Orozco porque, por principio canónico, tenga que llevarle la contraria. No es eso, no es eso. Su forma de hacer oposición es la de un ex alcalde que ha visto la oportunidad de ser gestor de la política local lucense por otras vías y con las herramientas de que dispone. Con lo cual expulsa al BNG a la esquina del campo de juego, y acrecienta el malhumor de los nacionalistas con los socialistas.
Por supuesto que el futuro está abierto y todo cuanto se ha descrito puede ser modificado en cualquier momento, pero sea de una manera o sea de otra, el principal y más peligroso adversario del señor Orozco es el señor García. Y, de rebote, altamente perjudicial para los intereses del Bloque.

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