martes, junio 05, 2007

German Yanke, Otra cita en la Moncloa

martes 5 de junio de 2007
Otra cita en la Moncloa Germán Yanke

Nos encontramos otra vez con el tema de ETA delante de los ojos, la cuestión más sangrante, el gran problema de España. Si uno deja a un lado los fuegos de artificio de la campaña electoral y las estrategias partidistas desde el día 27 a las próximas generales, reaparece. Y no porque declinen otras cuestiones, sino porque ETA sigue impertérrita con su estrategia bárbara: nuevas extorsiones económicas, amenazas constantes, grupos terroristas instalados ya aquí o allá, llamadas de atención de las Fuerzas de Seguridad sobre los peligros inminentes, etc.
Como las cosas son así, vuelve a ser esencial disponer de una política antiterrorista sensata que busque la desaparición de la banda. Se diga lo que se diga —y se dice constantemente— sobre la deslealtad del PP criticando en este asunto al Gobierno, la responsabilidad fundamental es del presidente, que cambió la política contra ETA buscando la guinda de la pacificación a su proyecto. Es él el que debe darse cuenta de que hay que dar marcha atrás y de que no se logra nada, más bien lo contrario, con un catálogo de gestos que sólo fortalecen a la banda y a sus secuaces. Las vergüenzas que ha tenido que pasar (como la del pasado 30 de diciembre, anunciando que todo iba bien mientras los terroristas colocaban la bomba en Barajas) y la desafección de los votantes en las últimas elecciones valen como aldabonazos para el cambio, pero, por el momento, nada indica que las cosas vayan a ser así.
Si no está dispuesto al cambio, que empezaría por una solución razonable en Navarra entre PSOE y UPN, de nada servirá el encuentro con Mariano Rajoy previsto para el próximo día 21. No es que el presidente del PP esté molesto con la tomadura de pelo que han supuesto los anteriores, es la opinión pública la que está escaldada. El presidente Rodríguez Zapatero, en el escenario de la batalla contra ETA, no puede sino presentar un balance de fracasos. Un balance de fracasos en el que, además, ha tenido que hacer cesiones permanentes que van de la consideración política (y la ausencia de la judicial) con que se ha tratado a Batasuna y sus líderes hasta las listas de ANV pasando por De Juana Chaos y otros escándalos. Su estrategia parece consistir en que hay que intentarlo todo confiando en que la opinión pública olvida pronto los fracasos y esperanzado que un día, de pronto, todo confluya en una “solución”. Podrá confluir en algo, no hay duda, que es lo que busca Batasuna afanosamente, pero no será nada bueno si los mimbres son los que hasta ahora se han puesto en juego.
Rajoy, por su parte, tendrá que encontrar el tono que le ha fallado en el ejercicio de insistir, en materia antiterrorista, en unas cuantas evidencias políticas y morales. Pero como no debe dejarse engañar por enésima vez (y si no es por él mismo, que también, sí por lo que representa política y éticamente) tendrá que avisar al presidente desde ahora. Si la reunión del 21 de junio fracasa no se habrá dado un paso atrás, sino muchos, muchos más que si no se celebra.

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