martes, junio 05, 2007

Bono vuelve a jugar con dos barajas

martes 5 de junio de 20007
Bono vuelve a jugar con dos barajas
EL ex ministro de Defensa José Bono parece dispuesto a mostrarse en público con mayor asiduidad e intención tras la derrota de su partido en las elecciones locales del 27 de mayo. Y lo está haciendo de la forma que más gusta a Bono, jugando con las dos barajas que le han permitido dárselas de católico de izquierda y conservador del PSOE. Su presencia en la misa celebrada el pasado domingo en la iglesia madrileña de San Carlos Borromeo es todo un alarde del oportunismo que tanto practica José Bono, aunque a veces le haya sido muy contraproducente. Tan pronto ha sido protagonista de la procesión del Corpus en Toledo como aparece, en pleno recogimiento, comulgando de mano de unos sacerdotes que han convertido la liturgia sacramental de la eucaristía en una provocación a la Iglesia a la que dicen pertenecer. Bono es perfectamente consciente de todo esto y cultiva su ego político en todas las bandas, más aún si intuye que las horas bajas electorales que vive su partido -la dimisión ayer de Rafael Simancas no es sino la evidencia- puede acabar forzando a la dirección socialista a implorarle que ocupe un puesto en las listas al Congreso, aunque a buen seguro a Bono le gustarían más altos designios.
Lo cierto es que Bono está de nuevo muy solícito en aparecer en los medios, todo lo que no estuvo para aceptar el reto de disputar a Ruiz-Gallardón la alcaldía de Madrid, oportunidad de medir su lealtad al partido y su dimensión política. El problema de Bono es que ya no sorprende a nadie. Su doble juego es conocido, aunque todavía haya algún sector despistado de la derecha que se lo pueda creer. Por eso, no es casual que ayer, en medio de la profunda crisis del PSOE en Madrid, dijera que «desde el tamayazo no levantamos cabeza». Y por eso también, cuando afirma que no quiere que su partido pacte en Navarra con los nacionalistas, se olvida de que la opinión pública está al corriente de que ha sido ministro de un Gobierno presidido por quien decidió cambios en el PSOE navarro precisamente para negociar con nacionalistas y anexionistas; que ha pertenecido a un Gobierno que está apoyado por ERC, que ha sido promotor del nuevo Estatuto catalán y que ha sido interlocutor de ETA y Batasuna. Él mismo ha reducido sus afirmaciones de españolidad a mera retórica vacía, pues cuando pudo demostrar con hechos su oposición a las decisiones de Zapatero sobre terrorismo o modelo territorial, participó en ellas, por acción o por omisión. En todo caso, la táctica oportunista de Bono es coherente con la situación interna del PSOE, convulsionado por una seria derrota electoral que no ha permitido a Zapatero esperar a tapar agujeros hasta después de las elecciones generales. Entre ajustes de cuentas y retornos de oportunistas, el PSOE vive un mal momento.

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