lunes 4 de junio de 2007
Dopaje en el ciclismo
ÁLVARO SÁNCHEZ/POR EL DR. FERNANDO ASTORQUIMÉDICO DE LA VUELTA CICLISTA A ESPAÑA DURANTE 30 AÑOS POR MIGUEL MADARIAGAMANAGER DEL EQUIPO EUSKALTEL-EUSKADI
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El reciente recurso a la llamada 'auto-confesión' como método para combatir el dopaje en el ciclismo no acabará con este problema en nuestro deporte. No creo que estemos haciendo ningún bien al ciclismo removiendo lo que ocurrió en un equipo alemán hace doce años. Es absurdo. Aunque es verdad que, en estos momentos, hay corredores en carrera que han 'confesado' haber recurrido a sustancias ilegales en su día, no creo que esto plantee mayores problemas desde el momento en que han prestado su declaración autoinculpatoria ante aquellas personas que tienen la responsabilidad en este asunto. En todo caso, y a la luz del debate que ha surgido, lo más probable es que este episodio no logre ni limpiar ni ensuciar la imagen del ciclismo. Lo único que estamos consiguiendo es cansar a los patrocinadores y a la afición.Lo importante es ver la alegría y la ilusión de los aficionados, como estamos viendo en el Giro. Mi impresión es que su preocupación está en la competición, en sus equipos y ciclistas, y no en esta polémica. Se trata de un problema que necesita un análisis profundo y que, en cualquier caso, no se beneficia en nada de la situación actual, en la que la polémica está en la prensa todos los días. Podría ocurrir que, al final, nadie quiera invertir en este deporte. En el caso español, el centro de la atención está en la 'Operación Puerto' y en sus implicados, por ser el acontecimiento que sacó a la luz la grave problemática que plantea el dopaje. Fue una operación realizada en un marco de precipitación, que se lanzó sin valorar adecuadamente las repercusiones y que, en cualquier caso, no ha redundado en un mayor bien para el ciclismo. El ciclismo no es un espectáculo enfermo, como algunos están intentando retratar. Sigue siendo el mismo deporte de siempre, aunque es verdad que su base popular se ha reducido en los últimos años, debido sobre todo a los problemas de circulación a los que se enfrentan los aficionados. El arraigo en Euskadi es el mismo, la afición es la misma, y las carreras siguen ahí, generando la misma pasión e ilusión. Es clave mantener la perspectiva de que la nuestra es una práctica que juega en desventaja con respecto al fútbol, el tenis o el baloncesto, que cuentan con toda la fuerza de ocurrir en un recinto cerrado y constituyen una espectacular atracción de masas. ¿Qué pasaría si los ídolos de estos deportes se vieran involucrados en una situación similar a la que estamos viviendo? Muchos pensamos que nadie se va a atrever a hacer en estos campos lo que se ha hecho en el ciclismo. El dopaje no empieza en el ciclismo, es un problema de ámbito universal en el que no se está midiendo a todos los deportes con el mismo rasero. Hay motivos para ser pesimistas, para pensar que no vamos a terminar con ello, y es posible que logre enrarecer el significado de la práctica deportiva de alta competición. En cualquier caso, el ciclismo no se va a dejar hundir. Descubrir ahora el dopaje en el deporte parece algo ingenuo. Ahora bien, los acontecimientos a raíz de la 'Operación Puerto' han provocado una se-rie de declaraciones autoinculpatorias que han revolucionado todavía más el convulso mundo del deporte-dopaje. No consigo entender los motivos que han llevado a estos profesionales a confesar hechos acaecidos hace varios años. Dudo mucho de que se haga por 'arrepentimiento'. También de que un deportista de elite que se introduce en la práctica del dopaje lo haga 'sólo' una o dos veces. Los que conocemos algo ese mundo sabemos la dinámica que se sigue y que cada vez la espiral es mayor y más necesaria. En mi opinión, esto no favorece en nada al ciclismo, ni tampoco a lo que todos queremos: un futuro cercano limpio de prácticas dopantes. Si nos fuéramos remontando hacia atrás y pudiéramos conocer supuestamente los dopajes que se produjeron, se nos iban a caer, no muchos, muchísimos mitos de nuestros deportes favoritos. Además, esto ocurriría sin comprender el contexto en el que se produjeron los hechos, la época, la percepción diferente acerca del dopaje y de cuáles eran las sustancias prohibidas (alguna, de hecho, sería autorizada poste- riormente) y, sobre todo, la diferenciación del riesgo para la salud del atleta entre unas sustancias y otras. Incluso los sistemas y métodos de dopaje son diferentes, para poder sacar enseñanzas de cara al futuro.Si conociéramos -supuestamente- todos los deportistas que se han dopado en los últimos años sería algo dramático. Pero lo que está ocurriendo ahora es todavía peor, ya que no es descabellado pensar que otros deportistas que no han confesado utilizaron los mismos métodos y, sin embargo, les estaríamos atribuyendo limpieza en sus triunfos, o exigiendo que les adjudiquen los honores de los que puedan despojar a los que han confesado. Sin comentarios. En los casos recientes, como la 'Operación Puerto' y otras, mi opinión es la contraria: debemos llegar hasta el final, conocer las culpabilidades de cada uno y aplicar las leyes y sanciones con el máximo rigor. Lo que ha ocurrido en el pasado aporta muy poco, conociendo que siempre ha existido. Hay que mirar hacia delante y luchar con las armas disponibles para eliminar o, al menos, controlar en lo posible las prácticas dopantes. En estos momentos, la Ley Antidopaje aprobada por el Parlamento ha llenado un vacío legal con gran rigor a la hora de combatir y castigar estas prácticas. Nos encontramos ante una oportunidad única para combatir esta lacra y no debemos desaprovecharla. Son esenciales las sanciones ejemplares para los responsables de las tramas organizadas y, sobre todo, para los 'científicos-médicos-millonarios'. Ahora es posible, porque tenemos encima el riesgo de crear monstruos con el dopaje genético.
lunes, junio 04, 2007
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