miercoles 27 de junio de 2007
PANCHO LEDO ABOGADO
al otro lado
Benedicto XVI (1)
¿Cómo es el papa Joseph Ratzinger? No está a mi alcance la respuesta. Hay que estar muy enterado de los complejos entresijos vaticanos para poder vislumbrar o conjeturar algún indicio que nos lleve a la contestación. Conocemos su biografía y su fama de eximio teólogo. Y lo que sí está claro es que su magisterio es entendible, que hace asequibles al hombre de hoy las verdades profundas de la fe; todo lo contrario de esos clérigos campanudos que hacen oscuro lo que debe ser luz que ilumine el conocimiento y que más parecen empeñados en mostrarnos su sapiencia que en dejar huella, esos que se autoproclaman como los "aristócratas de la intelectualidad".
Benedicto XVI es un teólogo cercano, que nos lleva por el camino de la llaneza al amor de Dios. Su encíclica Dios es amor es la mejor lección teológica sobre las raíces verdaderas del amor, una lección que llega al corazón sin tener que retorcer lo que nos dice la razón. La doctrina de Ratzinger es transparente, diáfana, que hace discurrir el entendimiento llevándolo de la mano suavemente, apaciblemente, iluminando los ojos de la razón para reforzar el amanecer de cada día de la fe.
Había una cierta curiosidad en los ambientes vaticanos por observar la reacción del mundo católico ante este sucesor de Juan Pablo II, el Papa de las grandes multitudes. La sorpresa es que ahora acude más gente a la gran plaza del Vaticano. ¿A qué se debe? Sencillamente, a que antes la gente acudía a ver al Papa y ahora va a escucharle. Me dicen que Benedicto XVI, pese a cierta apariencia de hombre tímido, mira directamente a los ojos de sus interlocutores, lo cual es un dato más a su favor. Por esto que dejo dicho, y por la anécdota que contaré en un próximo comentario, me da la sensación de que estamos en presencia de un Papa que va a cambiar muchas cosas en la Iglesia, con guante de seda, eso sí, pero firme y sólido como una roca berroqueña.
miércoles, junio 27, 2007
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