lunes 4 de junio de 2007
CHUECADILLY CIRCUS
A Night with Liberty
Por Luis Margol
Sorprendidos y queridos lectores: No piensen que su canalla favorito ha cruzado la acera y se dispone a presentarles a su novia dominicana, llamada Liberty en honor a un barco americano que pasaba por ahí la noche en que fue concebida –una vez me presentaron a un tal Yusarmi (U.S. Army), un negrazo caribeño que tenía de anglo lo que yo de fan de Lucía Etxebarría–. Hablo del evento liberal del año, la Cena de la Libertad del Instituto Juan de Mariana. Pasen, lean, y si quieren gritar, allá ustedes. Los ocho alevines de mi abogado se lo agradecerán eternamente.
Uno de los rasgos del subdesarrollo de la cultura política española es la maraña de malentendidos en torno a la acepción política del término liberal, acuñado por los patriotas de Cádiz, que, hartos del absolutismo, redactaron una Constitución que, entre otras cosas, reconocía las libertades de expresión y comercio. El término fue exportado (junto a la fregona y el chupa chups, es uno de nuestros inventos más universales), y posteriormente distorsionado en los países anglosajones, donde la palabra significa justo lo contrario de lo que fue. En los Estados Unidos un liberal es un progre. Así que la próxima vez que lean que Jane Hanoi Fonda es superliberal, no piensen en Espe, que también arrasó en Chueca, sino en La Pasionaria.
Además de traducciones literales y de corresponsales incultos, los progres españoles, sean del PSOE o del Partido Progre Popular (PPP), se las han arreglado para crear una gran confusión. Veamos un par de ejemplos:
– Mi padre, sociata de toda la vida ("Nosotros somos del puño y la rosa") y exitoso empresario de la construcción, de los que te sueltan un "estoy a favor de la propiedad colectiva; me gustaría convertir la empresa en una cooperativa" mientras conducen su Audi último modelo a toda velocidad rumbo al club de golf, siempre se ha definido como "liberal". Sin embargo, gastar con liberalidad el dinero de las concesiones de obras de la Junta de Andalucía no es ser liberal, sino otra cosa.
– Por otra parte, tanto el PPP de Alicia Moreno como los socialistas suelen confundir el liberalismo con algunas prácticas transversales que realizan por igual progres, liberales e incluso algún conservador. Como dice Ángela Vallvey, musa margoliana y azote de gauchistas, misóginos y majaderos en Cuatro y Onda Cero, "para cierta izquierda, una persona liberal es más bien aquella que pone anuncios en la sección de contactos de una revista sicalíptica del tipo: Casado, maduro y liberal, busca hombres y mujeres morbosos para encuentros discretos".
Triste sino, el del liberal español. A medio camino entre el urbanismo salvaje y el desenfreno sexual, cuando no del mismísimo Hitler (los cultos recordarán las barbaridades de Hanna Arendt y compañía sobre la relación entre el liberalismo económico y el fascismo), los amantes de la libertad deberían pedir la aprobación de una ley que los protegiera del maltrato y les asignara una cuota en algún ministerio. Sólo el individualismo les libra de colocarse junto a los islamistas –esos democristianos a los que no deberíamos aplicar nuestros sucios prejuicios occidentales– en la fila de los "nuevos derechos colectivos." Eso sí, Polonia e Israel son puro fascismo, como unos y otros, especialmente los mariprogres, nos recuerdan día sí, día también. De todas formas, prefiero ligar en la playa de Tel Aviv que en una cárcel de Karachi o La Habana. ¿Prejuicios? ¿Islamofobia? Dejémoslo en instinto de supervivencia.
A pesar de vilipendios y manipulaciones, los libertarios españoles suelen arreglárselas para trascender su carácter indómito y pendenciero y crear algún foro de discusión en el que uno pueda decir cosas como "¡Viva la privatización!," "¡Abajo el PER!" o incluso "¡Muera el Estado!". En la actualidad, ese lugar es el Instituto Juan de Mariana, que además de publicar literatura académico-polémica organiza unas cenas de aúpa. Que Dios, mi editor y Baco, bajo cuyos efectos escribo lo que sigue gracias a la generosidad del IJM, me perdonen.
Quieres flipar? Jueves 31 de mayo, 21:00, Casino de Madrid. Algunas propuestas no se pueden rechazar, y mucho menos si provienen de la mismísima Mary White. Así que allí me planté, dispuesto a comer, beber, platicar a brazo partido y de paso conocer a algún señor interesante. Sobre este asunto, huelga decir que, as usual, pocos resultados palpables, excepto una maravillosa corbata Burberry empapada en perfume que me regaló un admirador y un beso robado a Jorge Valín, aguerrido defensor de la libertad sin concesiones.
En el ranking de los más guapos y elegantes, la propia White, la ejecutiva alemana Katja Krieg, Mayte Juárez (de Bestinver), Mady Gallego, todo un milagro de frescura y lozanía a los 56; la delgadísima, que no flaca, Mariana, hija del homenajeado Luis Reig –y su hermano Alonso, un auténtico pibón–, una misteriosa dama canaria de rojo y negro y Ángela, la bellísima novia del no menos encantador y atractivo Gorka Echevarría, mucho mejor al natural que en foto. Sólo dos chicos con pajarita, el presidente del Juan de Mariana, Gabriel Calzada, y un apuesto bebedor de mi licor favorito y amigo de Arturo J. Mengual, líder de la asociación estudiantil liberal UDE (¿a qué esperan para afiliarse?).
Arturo, asiduo asistente a mítines del PP cerveza en mano –"Como me pongan una multa…"–, andaba revoloteando alrededor de una chica enfundada en un ceñidísimo outfit de Jean Paul Gaultier, el único que le conozco que realza la figura de la modelo sin hacerle parecer una mujerzuela (¿o tal vez seria la elegancia natural de quien lo llevaba?).
En cuanto a familias políticas, destacó el lobby ancap mediterráneo, algo así como la música bacalao de las discos valencianas pero sin pastillas y con unos efectos secundarios mucho más tonificantes. Uno de sus miembros, Albert Esplugas, se llevó el Premio al Mejor Trabajo Liberal de Fin de Carrera con su manifiesto a favor de la libertad de expresión en el sector de la comunicación. Junto a él se encontraba Berti García Faet, dulce pero carnívora muñeca y futura reina de la Ciencia Política libertaria.
Mucho y bien habló de la libertad Jesús Huerta, difusor de la Escuela Austriaca de Economía y partidario del nacional-liberalismo sin políticos, una propuesta no apta para tímidos y ante la que sobran prejuicios. El economista nos refirió su historial asiendo el atril como el que cabalga un caballo desbocado y agitando su flequillo plateado que ni Jorge Verstrynge en los 80. Dado que el señor ya no cumple los 50, algunos temimos lo peor. Sin embargo, si algo se puede decir de él es que sabe concluir un discurso, cosa que hizo al límite de la buena educación, justo antes de que se nos enfriara el segundo plato.
La gran sorpresa de la noche fue la publicación en papel del estudio En defensa del derecho de información al paciente, una apuesta por un sano partnership entre las empresas farmacéuticas, los médicos y los pacientes. Para que luego se diga que el neoliberalismo no salva vidas. A millones.
Tras la cena, barra libre con Takis, un simpático paisano de mi admirado Takis Theodoracopulos, la versión hetero de un servidor en la revista británica The Spectator, y con quien mejor encarna el genuino espíritu del liberalismo, el pequeño empresario de provincias –Murcia en este caso– que lucha, sufre y prospera pese a todo y a todos. Ellos son los auténticos héroes de la libertad, nuestra inspiración y nuestro ejemplo. Después de todo, "una nación sin hombres libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos." En la fiesta de anoche no hubo mancos.
Enquire within: chuecadilly@yahoo.es
domingo, junio 03, 2007
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