viernes, junio 01, 2007

Lorenzo Contreras, Morir de exito

viernes 1 de junio de 2007
Morir de éxito Lorenzo Contreras

Desde el punto de vista de la notoriedad electoral, el político más aventajado ha sido Alberto Ruiz-Gallardón. Le ha ganado en este sentido la partida al propio Rajoy y a Esperanza Aguirre. Pero como un día ya muy lejano le oí decir a Felipe González, también se puede morir de éxito. Y es lo que podría llegar a ocurrirle a quien acaba de ganar brillantemente las elecciones municipales de Madrid. González, exterminador de algunos exitosos de su entorno político, sabía bien lo que decía. Pero si alguna vez llegó esta sentencia a los oídos de Gallardón, como parece seguro, el personaje no captó o prefirió no captar su profundo mensaje. El caso es que don Alberto hoy, para bien o para mal, o para ambas cosas, es el personaje más baqueteado por las lenguas de la sociedad madrileña. En realidad no se ha ofrecido a Mariano Rajoy para ser un valioso apoyo del líder popular en las próximas elecciones generales, ni su báculo en la escalada a la victoria, sino para convertirle en el trampolín de sus propias ambiciones máximas. O todo o nada. Es la consigna de don Alberto.
Para él, como para el rey francés, Madrid bien vale una misa. Y ya se sabe dónde se celebra esa misa, allá por las inmediaciones de la carretera de La Coruña. Pero antes tiene que pasar por la vía parlamentaria, es decir, tiene que incrustarse en la lista de don Mariano, y no en cualquier lugar del orden, sino en el número dos, que es el escalón del número uno.
Gallardón se siente líder. Entiende que su dentadura política muerde mejor que la de Rajoy, al que taimadamente, sin decirlo como es lógico, convierte en su presa. De momento, en términos ciclistas, quiere ser su “doméstico” de lujo. Pero sabe que en estas carreras no se perdona el pinchazo ajeno. Y no será él, precisamente, quien perdone.
Rajoy considera a Gallardón un alumno todavía por madurar. Pero ni es alumno ni necesita madurar. Tal vez, paradójicamente, quien necesite maduración sea el propio autor del consejo. Cuando el presidente le recuerda a su futuro competidor que “hombre precavido vale por dos”, no haría mal en aplicarse el dicho, como corresponde a su condición de gallego. En este aspecto siempre llevaría ventaja.
En un alarde de bondadosa interpretación, María Dolores de Cospedal ha considerado lógico que Gallardón haya aprovechado su primera intervención pública para ofrecerse por entero. En efecto, ha venido a decirle a Rajoy: “soy todo tuyo”. El presidente haría bien en estudiar a fondo la oferta. Bueno, ya lo hace. Pero cuidado: Gallardón no está solo en esta subasta. Hay otras ofertas que no se han expresado, al menos que se sepa.
Ahora, con motivo de la visita de Sarkozy, se le ofrece a Gallardón la gran oportunidad de sacar brillo a sus emblemas políticos. Téngase en cuenta que, como casi todo el mundo sabe, la mujer de Sarkozy, Cecilia, es prima de Gallardón. En qué grado no lo sabe uno. Pero es igual: es prima y vale ya.
De todos modos, la gran contienda inmediata, mientras madura el definitivo enfrentamiento de las pole positions para la carrera del poder en el 2008, la confrontación sigue siendo la de casi siempre: Gallardón contra Esperanza Aguirre o viceversa. Pocas veces en el duelo de figuras políticas se habrá dado un caso local, o regional, de tantas aristas como el que protagonizan estos dos personajes. No están desenvainadas las nobles espadas de las grandes esgrimas, sino más bien las navajas cabriteras que se sacan del refajo hasta componer, en vivo, un cartón de Goya. O sea, que no hay reglamento de lucha, un vistoso “Scaramouche” por ejemplo, sino una reedición del “aquí te pillo, aquí te mato”. Gallardón, mientras tanto, haría bien en aplicarse el refrán “del enemigo, el consejo”. Doña Espe lo formuló en su día para Alberto: “Calladito estás más mono”.

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