Con el lápiz afilado
Las explicaciones que tendrá que dar Zapatero
Julio Manzano
6 de junio de 2007. El nacionalismo vasco sale definitivamente del corralito. El que asesina se hace presente dando oficialmente por abierta la veda del coche bomba. Llegados a este punto es donde uno se echa a temblar porque comprueba con espanto que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no aprende y sigue jugando con la misma piedra una y otra vez, como si sintiera llamado a pasar a la historia como José Luis El Pacificador.No funcionó la extraña tendencia del personaje a pisar un terreno minado sin necesidad, por ver qué pasa, y no sirvieron, como cimiento de la operación de "mano tendida" del País Vasco, ni su intuición ni extravagantes hojas de ruta para acabar con el "conflicto", con notoria exclusión de la voz de la experiencia y de señalados dirigentes del PSOE. Para los que hemos defendido la terapia que ofrecía la sindicación contra ETA y por las libertades firmada en 2000, más allá incluso de nuestra propia condición de periodistas, el comunicado de la banda supone un serio correctivo de la realidad sobre los deseos.Zapatero hizo lo único que no se puede hacer nunca: enseñar las cartas, guiñarle el ojo al enemigo, hacerle concebir esperanzas. Y la realidad nos pone ahora frente a una ETA que ha recuperado su músculo, que se ha rearmado, que ha reclutado nuevos asesinos, que ha reafirmado sus pretensiones y, ante todo, que se ha crecido sobre un Estado debilitado por la acción irresponsable de un Gobierno. Zapatero deberá dar un buen número de explicaciones, y la ciudadanía tendrá derecho a exigírselas, por la ineptitud y la indignidad que ha permitido el fortalecimiento de los asesinos en la consecución de su proyecto totalitario. El refranero español es añejo, pero de eficacia demoledora: el que con infantes pernocta, excrementado alborea. La banda terrorista sabe bien, además, que con unas elecciones generales a la vista, los políticos tienen tendencia a cuidar más sus intereses personales y de partido que los generales. ETA juega con ventaja: la que supone la ausencia en su comportamiento de cualquier barrera o condicionamiento de orden moral. Por eso, conviene levantar acta del ostensible grado de ansiedad que reina en los entornos de La Moncloa, la calle Ferraz y el Ministerio del Interior, ante el impacto de un renovado fin de fiesta sangriento, después del extraño viaje a las guaridas de la banda. Lo demás es angustia y respiración contenida. El arco policial está tenso. Eso sosiega. Es saludable sentir que las Fuerzas de Seguridad echan el aliento en el cogote de los etarras. Mucho más que un jefe del Ejecutivo campeón mundial del columpio.
miércoles, junio 06, 2007
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