miercoles 6 de junio de 2007
Al abismo
ETA se dirige directamente al precipicio y arrastrará en su caída a la izquierda abertzale tradicional, tras haber asestado en Barajas un golpe moral a la estrategia liderada por Otegi
XABIER GURRUTXAGA x.gurrutxaga@diario-elcorreo.com
Amildegira' es la expresión que se utiliza en euskara para significar que alguien se dirige al abismo o que conduce a alguien indefectiblemente al mismo. Con el anuncio del fin del alto el fuego permanente, ETA se dirige directamente al abismo, y en su trágico viaje llevará consigo al precipicio más profundo y oscuro a la izquierda abertzale tradicional, salvo que ésta levante su voz y decida hacerse valer a su manera o romper amarras con el mundo de la violencia. Hasta ahora, salvo el cariñoso y tímido requerimiento efectuado tras el atentado de Barajas, la izquierda abertzale representada por Batasuna no ha tenido las agallas políticas suficientes como para defender la autonomía de su proyecto y para rechazar, a su vez, la estrategia político-militar de ETA, que les engulle y anula como formación política. Ése es el gran déficit democrático que presenta este sector y que actualmente constituye, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, el factor más relevante de su ruina política. Desde hace ya bastantes años ETA dejó de ser el factor que daba solidez y consistencia al espacio sociológico y electoral de la izquierda abertzale, para progresivamente pasar a ser interiorizada su actividad como un lastre para el desarrollo y el futuro de esa formación política. Dicho de otra manera, fundamentalmente desde el fracaso del pacto de Lizarra y la ruptura de la tregua de 1998, el sector más político del binomio ETA-Batasuna comprendió que había llegado la hora de ofrecer desde dentro de la izquierda abertzale una alternativa a ETA; es decir, una alternativa política a la inercia del pasado basada en la continuidad y persistencia de la 'lucha armada'. Salvando todas las diferencias, había que hacer algo similar a lo que el Sinn Fein asumió respecto del IRA y que como sabemos, a pesar de las dificultades habidas, ha finalizado con la declaración del 'fin de la guerra' por parte del IRA. La propuesta de Anoeta, basada en la distinción de las cuestiones políticas de los problemas derivados y vinculados directamente con la utilización de la violencia, venía a representar esa alternativa que había que ofrecer a ETA desde el seno de la izquierda abertzale. Aunque formalmente se presentó como una propuesta dirigida al resto de las formaciones y a la sociedad en su conjunto, Anoeta representaba internamente el final de una etapa, caracterizada por el predominio y el protagonismo indiscutible de la llamada 'vanguardia armada' y la subordinación de la política a las necesidades de la estrategia de ETA; es decir, la subordinación de la política a la violencia. La nueva fase, en cambio, se proponía como el tiempo en el que debía cerrarse la etapa del conflicto violento y la apertura de los cauces para el diálogo y el acuerdo político. Es el tiempo de la primacía de la política sobre la violencia, donde desde ese mundo se interioriza que ETA representa un activo para el diálogo y la negociación política en tanto en cuanto se mantenga inactiva. En ningún momento se trata de cerrar la etapa de la lucha armada renegando de ETA y de su actividad, sino más bien al contrario. La explicación interna se mueve en otras claves: «gracias a la contribución abnegada de la izquierda abertzale y particularmente de ETA ha sido posible llegar a la nueva situación». Así, mientras el resto de los mortales piensa que el diálogo político sólo se abrirá realmente si ETA cesa en la actividad violenta, la explicación interna en la izquierda abertzale era precisamente la contraria: es la persistencia de ETA y la incapacidad del Estado para doblegarla la que ha obligado a las formaciones políticas a tener que aceptar el diálogo y la negociación con la izquierda abertzale. La tregua declarada el 22 de marzo del año pasado y el comunicado que la explicaba encajaban en la reflexión que escondía la propuesta de Anoeta sobre los límites infranqueables de la estrategia político-militar seguida por el conjunto de la izquierda abertzale durante las dos últimas décadas. La superación de aquella estrategia y de sus límites afloraba con nitidez en el planteamiento de la doble negociación y la reserva de las cuestiones políticas en exclusiva para los agentes políticos. El atentado de Barajas y el posterior comunicado de ETA representaron un golpe mortal a la propuesta de Anoeta y a la estrategia liderada por Arnaldo Otegi y a lo que él representa en el conjunto de las organizaciones de ese movimiento.La decisión de ETA de poner fin al alto el fuego y en consecuencia de actuar «en todos los frentes» certifica la defunción de la estrategia de Anoeta en lo que respecta a la actuación de la organización terrorista. Por mucho que Otegi se reafirme en la propuesta de Anoeta está claro que ETA con su decisión se ha situado claramente al margen, retrocediendo a tiempos pasados donde nuevamente la violencia se utilizará como instrumento de coacción, chantaje y amenaza contra los representantes políticos. Es el camino directo al abismo y con ellos caerán también aquellos que no tengan en estos momentos la valentía y la firmeza suficiente como para desde dentro de casa decirles no en nombre de la izquierda abertzale.
miércoles, junio 06, 2007
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