lunes, junio 04, 2007

Demasiadas mujeres muertas

lunes 4 de junio de 2007
Demasiadas mujeres muertas
NUEVE mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en menos de una semana, y suman ya 33 en lo que va de año. Si a esta cifra unimos la investigación en marcha de otras cinco muertes más, presumiblemente incardinadas en la «violencia de género», el balance resulta alarmante cuando 2007 ni siquiera ha llegado a la mitad. Lejos de disminuir, la cifra de mujeres muertas crece y, lamentablemente, hay riesgo de que se instale en la sociedad la extraña sensación de que esta clase de homicidios son un elemento más del paisaje contra el que poco se puede hacer. Los poderes públicos han de rectificar. No basta sólo con legislar. Tristemente, la experiencia está demostrando que de muy poco sirven los observatorios de violencia doméstica, el control de las órdenes de alejamiento, las facilidades de denuncia, las reformas de varias normas para crear una ley integral, el endurecimiento de las penas, el fomento de las políticas de igualdad, el acceso a rentas de inserción o las campañas de concienciación social. El día a día demuestra que la utilidad teórica de estos instrumentos es escasa en la práctica. Hay que preguntarse entonces qué no funciona realmente: ¿son insuficientes o falla la eficacia en su aplicación?
La primera lección que debe aprender el Gobierno es que esta lacra no se combate con demagogia porque hay vidas en juego. El último caso, una mujer acuchillada por su pareja después de pedir protección a la justicia (le fue denegada porque, según el Tribunal Superior vasco, ella retiró las denuncias), pone de manifiesto que el mensaje de «tolerancia cero» que con tanta vehemencia proclamó el Ejecutivo adopta demasiadas veces un sentido más propagandístico que real. Una segunda lección: para dar vida a las leyes hay que dotarlas de los medios humanos y materiales necesarios y de una financiación solvente. Claramente, el Gobierno -también las autonomías- no han dedicado un mínimo de medios para una gestión eficiente en Juzgados, comisarías o servicios sociales.
Y a estas alturas de la legislatura, tan preocupante como la estadística es la nula reacción del Gobierno. La falta de corrección del rumbo revela que el Ejecutivo es preso, una vez más, de la ligereza con la que se maneja en asuntos de enorme gravedad. Plantear ahora medidas como una reforma penal que obligue a las mujeres maltratadas a declarar contra sus agresores es una solución parcial que quizás garantice más condenas en los Juzgados, pero probablemente repercutirá, a la larga, en menos denuncias. El miedo de las mujeres no se resuelve sólo con buenas palabras, por contundentes que sean, sino con una protección eficaz y con un seguimiento policial y judicial idóneo de cada caso. Invirtiendo en seguridad. Crear una ley y no dotarla de medios es tanto como no aprobarla. Lógicamente, es imposible impedir todos los homicidios y está claro que sólo son culpables quienes los cometen. El Gobierno ya sabe que combatirlos no es fácil, pero precisamente por eso debería dedicar menos empeño en vanagloriarse de «leyes sociales» y «proyectos estrella» y más esfuerzo en que funcionen.

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