viernes, marzo 23, 2007

Wifredo Espina, ¿Decision juridica o politica?

viernes 23 de marzo de 2007
¿Decisión jurídica o política?
Wifredo Espina
C ONVIENE distinguir, en lo posible, lo jurídico de lo político. Porque la valoración de algunas polémicas decisiones será distinta según en que campo se sitúen. Si la excarcelación, o atenuación penal, en el caso Chaos, y la absolución , o archivo del tema, en el caso Otegi, son decisiones tomadas dentro del estricto marco jurídico, es a los juristas a quienes, principalmente, corresponde valorar con la normativa legal en la mano. Políticamente se podrá discrepar o propugnar un cambio de esta normativa, pero mientras esté vigente habrá que aplicarla y respetarla. Si, en cambio, estas decisiones –sin vulnerar la ley- tienen, en el fondo, alguna motivación política, por muy noble y bien intencionada que esta pueda ser, entran de lleno en el terreno de la valoración y discusión políticas. Por tanto, de la legítima discrepancia según las visiones y proyectos de las distintas fuerzas políticas. Como son muchos los elementos que dan pie a pensar que hay un claro –pero no confesado- trasfondo político en estas decisiones, es normal que surjan las discrepancias –que pueden ser radicales- , sin que nadie pueda atribuirse la bondad o el acierto de las mismas, ni nadie pueda condenarlas o descalificarlas de plano. Nos encontramos en el campo de lo opinable. Y en política, todo es opinable. Lo haga el gobierno o la oposición. Todo es respetable. Y nadie está legitimado para estigmatizar al que opina o actúa de forma diferente o contraria. La política es el arte de lo posible, y de hacer posible lo que parecía imposible. No es un coto cerrado y dogmático. Lo que no se puede transgredir, ni por unos ni por otros, son la ética y la legalidad. Por esto, en estos casos, como en tantos, es importante distinguir si nos encontramos ante decisiones estrictamente jurídicas o con objetivos políticos, confesados o inconfesados. Mezclar u ocultar no es limpio, es peligroso y rechazable. Y, lo haga quien lo haga, ensucia y deslegitima sus intenciones y objetivos. El fin no justifica los medios.

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